La marimba de chonta resuena, los violines caucanos dialogan con el clarinete y el guasá marca el pulso. En el corazón de Buenos Aires, Mangoviche -una orquesta de 12 músicos migrantes con una investigación y trabajo de una década- se propuso una tarea ambiciosa: recrear la energía del Petronio Álvarez, el festival más grande de las músicas del Pacífico colombiano, y sembrar aquí un «granito» de esa fiesta que es cultura, memoria y resistencia.
«Mangoviche nace en Buenos Aires entre músicos colombianos y argentinos que extrañaban su tierra y quienes queríamos aprenderla», cuenta Eliana Cogliati, fundadora y directora. Su propuesta fusiona ritmos de la costa Pacífica -violines caucanos, chirimía, marimba, tiple, contrabajo y percusión tradicional- con composiciones propias y arreglos libres.
Un festival que viaja 6.000 kilómetros
El Granito del Petronio es un evento autogestivo que este año celebrará su segunda edición el 15 de agosto en el Páramo Cultural en Buenos Aires. «No queremos que siempre toque Mangoviche. La idea es que se repita cada año y se convierta en un puente entre Colombia y Argentina, trayendo a maestros, grupos de chirimía y violines caucanos tradicionales», explica Eliana.
El Petronio Álvarez se celebra en Cali y dura una semana, con conciertos gratuitos, danzas, bebidas y jam sessions conocidas como arrullos, que pueden prolongarse hasta tres días en barrios enteros. No es solo música: es un espacio de paz y denuncia social que visibiliza la riqueza y las dificultades del Pacífico, una de las regiones más olvidadas y golpeadas por la violencia en Colombia.
Liliana, violinista caucana y migrante bogotana, lo describe como «mi cordón umbilical con mi tierra, un abrigo que me ha permitido reivindicarme con mi país desde lejos». Descubrió el violín caucano en Argentina y conoció su historia: un instrumento nacido como resistencia en tiempos de esclavitud, elaborado con materiales accesibles como guadúa y caña.
Canciones con memoria y denuncia
Mangoviche alterna piezas tradicionales con creaciones propias cargadas de sentido social. Entre ellas está «Todas Ellas», compuesta por Eliana para el Petronio en homenaje a las mujeres del Pacífico y nacida tras conocer de cerca la violencia de género en Colombia. «Fue una canción necesaria», afirma.
Otra es «Deja Caminar» de la clarinetista Rocío Ortiz, grabada durante la pandemia para el Petronio virtual de 2020. Y «A la luna yo me voy», un ritual para honrar a seres queridos que ya no están.
Instrumentos que cuentan historias
El guasá, que interpreta Hash Cuevas, una de las voces de Mangoviche, es un cilindro de guadúa relleno con semillas de achira. «Es un instrumento que sobrevivió a la esclavitud, igual que nosotros», explica. La marimba, también construida con materiales de la selva, fue escondida y protegida en tiempos coloniales para evitar su destrucción.
Música como resistencia y encuentro
El viaje de Mangoviche al Festival de Marimba y Violines Caucanos en Santander de Quilichao les permitió unir a la formación de Buenos Aires con la de Cali y traer a Argentina dos violines caucanos construidos por un luthier local. «Es ir al origen, pero con respeto por el conocimiento y la historia que trae cada instrumento», dice Eliana.
Para el público argentino, el Granito del Petronio será una oportunidad de vivir una experiencia inmersiva: arrullos, danzas, música afrocolombiana y la calidez de una tradición que trasciende fronteras. «Queremos que sea un espacio para bailar, aprender, denunciar y encontrarnos», concluye Eliana.
Granito del Petronio en Buenos Aires, viernes 15 de agosto desde las 21 horas en el Páramo Cultural, Carlos Calvo 3.974, Ciudad de Buenos Aires.
Prolífica. Insobornable ante la adversidad. Campesina colombiana de nacimiento y citadina por elección. En proceso de formación periodística y humana. Siempre apoyando las luchas justas. Partir de cero implica arriesgarse, decidir, seguir, avanzar y saber que se puede más.