Rojo sangre

Ganadora de 3 premios en el Festival de Cine de San Sebastian, llega «Rojo» de Benjamín Naishtat a la cartelera y, sin pedir permiso, por su imponente carácter se posiciona como una de las mejores películas que se han estrenado este año en el cine nacional.
Mejor Actor para Darío Grandinetti, Mejor Director para Benjamin Naishtat y Mejor Fotografía para Pedro Sotero son las distinciones que recibió la magnífica y ambiciosa película en el prestigioso festival.

Tensión extrema

A mediados de los años 70′, un hombre extraño (Diego Cremonesi) llega a una calma ciudad de provincia. En un restaurante, y sin motivos aparentes, comienza a agredir a Claudio (Darío Grandinetti), un reconocido abogado. La comunidad apoya al abogado y el extraño es humillado y expulsado del lugar. Más tarde y camino a casa, Claudio y su mujer Susana (Andrea Frigerio) son interceptados por el extraño, quien está determinado a cobrarse una terrible venganza. El abogado toma entonces un camino sin retorno de muerte, secretos y silencios.
La segunda escena, la de la discusión, genera una tensión que quita el aliento y oprime el pecho como solo el cine puede lograr. Con un parlamento espectacular y la soberbia altiva que le suma Darío Grandinetti, será probablemente uno de esos momentos que queden marcados en el recuerdo del espectador. Sobre la película entera, cumple con una característica que no se cierra a quienes hayan vivido la coyuntura histórica que reproduce, porque encarna el fascismo y las violencias sociales que nos encontramos debatiendo en constante actualidad.

Todo rojo

Benjamín Naishtat aprovecha todos los recursos cinematográficos para engrandecer su película y hacerla una experiencia incomparable. Hay algo, además, del trazo del director que se evidencia y una densidad que tiñe todo.
El color rojo con un comportamiento omnipresente es fuerte y pregnante en este policial. Y lo denomino policial porque hablamos de un crimen, un detective y un misterio en su capa superficial, pero con muchos más contenidos que se entretejen por debajo. Los recursos técnicos del cine setentoso se replican y suman al costado artístico que la hace, además, una película bella.
Hay algo de la época que lo atraviesa todo, la inminente intervención de la dictadura cívico militar compone un clima general que, como punto interesante, no rodea a los personajes sino que está dentro de cada uno de ellos. El disimulo cómplice y la ingenuidad consciente tiran de los hilos de una comunidad que se abre a ser parte de la oscuridad y que lo permite.