Los azules de «Cetáceos»

Este 15 de marzo se estrena «Cetáceos», la ópera prima de Florencia Percia, directora de varios cortometrajes entre ellos «El mes del amigo», premiado en la 18º edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).

Lo mínimo

Clara (Elisa Carricajo) y Alejandro (Rafael Spregelburg) se mudan a una casa nueva. Recién llegados, él viaja por trabajo y ella se queda sola, rodeada de cajas cerradas. Ese desorden la impulsa a aceptar una serie de invitaciones azarosas que la alejarán del mundo hermético en el que vive.

En sus cortometrajes previos -«Minimercado Champion» (2010), «El poblado» (2014) y «El mes del amigo» (2016)-, Florencia Percia expuso su registro minimalista para narrar. En «Cetáceos» sigue tras ese camino y lo explota mucho más.

Además, pone atención en las minúsculas e invisibles oportunidades que aparecen todo el tiempo en el camino. Con un personaje que no conecta pero que decide ir boyando sobre los eventos que se le cruzan, la directora sostiene y refuerza su registro de comedia tan lavada de histrionismos que la caracteriza.

Visualmente, la paleta de azules trabajada en cada plano es de lo más lindo y trae con ella un cierto aire de angustia y tristeza que se puede sentir.

La visión de Florencia Percia

Su directora expresa una visión cien por ciento sincera de su propia película, sin pretenciones inventadas y con un cariño muy íntimo por su propio trabajo: «El personaje de Clara experimenta un sentimiento de apatía por sus obligaciones mediante el cual comienza a registrar que las decisiones que toma, por más pequeñas que sean, pueden provocar accidentales variaciones en su rutina diaria, alejándola cada vez más de la vida ordenada que tiene. Así, asume el vértigo que implica dejarse llevar por invitaciones que se le presentan de forma azarosa y, de ese modo, comienza a vincularse con personajes que habitan otros universos, extraños a su mundo».

Al abrir su mirada, Clara también amplía su visión de las cosas. «Cetáceos» es una «comedia existencialista que indaga en las relaciones, cuestionando el espesor de los vínculos que tejemos. La película interpela, a partir de la distancia entre los personajes, la comunicación de una pareja y el desinterés que la sostiene, poniendo en escena la complejidad del amor en un mundo que, a veces, se muestra vacío», afirma Percia. «Con humor, la película se pregunta sobre las relaciones y las decisiones cotidianas dejando entrever las dinámicas de una clase media que parece relacionarse más con distintas formas de consumo -viajes, libros, vida sana, compras por Internet- que con el otro», reflexiona la directora.