Beato riojano

La provincia de La Rioja ya tiene su propio beato: es el monseñor Enrique Angelelli, quien murió en un accidente automovilístico en agosto de 1976 en una causa que la justicia probó que se trató de un martirio, una encerrona provocada por otros vehículos en la ruta cuando regresaba de celebrar una misa en Chamical.

Junto con Angelelli también fueron declarados beatos los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico catequista Wenceslao Pedernera. Los dos primeros habían aparecido fusilados semanas antes. Justamente, la misa de la que regresaba Angelelli se había celebrado en homenaje a los sacerdotes.

La ceremonia, realizada en la ciudad de La Rioja, fue presidida por el cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu, enviado del Papa Francisco. Tras la lectura de la biografía de los cuatro mártires se dio paso al rito -en latín- de la beatificación aprobada por el Vaticano, al probarse que el asesinato de estas cuatro personas durante la última dictadura cívico militar constituyó un martirio. «Modelo de virtud y fortaleza de la fe hasta el martirio», exclamó el cardenal para dar paso, ante el aplauso de los presentes, a escribir en el libro de los beatos.

Posteriormente, se leyó la misiva apostólica del Santo Padre que los consagra como beatos, y se descubrió una gigantografía con la foto de los 4 mártires. «Viva los mártires riojanos», exclamaron Becciu y las demás personas que estaban en el escenario. Durante el transcurso de la ceremonia, portando la reliquia de los cuatro mártires, subió al escenario la sobrina de Angelelli (María Elena Coseano Angelelli), quien vive en Córdoba; junto con Luis Miguel Baronetto, presidente del Centro Tiempo Latinoamericano, custodio y divulgador de los textos y de las ideas del obispo.

«Después de haber obtenido el parecer de la congregación de la causa de los santos, con nuestra autoridad apostólica concedemos que los siervos de Dios: Enrique Ángel Angelelli Carletti, obispo de La Rioja; Gabriel Rogelio Longueville, sacerdote diocesano; Carlos de Dios Murias, sacerdote profeso de la orden de frailes menores; y Wenceslao Pedernera, padre de familia; mártires fieles de Cristo, de ahora en adelante sean llamados beatos y que sea celebrado cada año y según las reglas establecidas el 17 de julio día del nacimiento al cielo», indicó el cardenal Becciu.

Luego de la consagración se celebró misa por parte del nuncio apostólico en Argentina, León Kalenga Badikebele, y unos 40 obispos de distintas diócesis del país, entre ellos el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea; el cardenal primado de la Argentina, arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli; y el obispo emérito de Tucumán, cardenal Héctor Villalba.

En el acto estuvieron presentes la vicepresidente Gabriela Michetti y el secretario de Culto de la Nación, Alfredo Abriani; el gobernador de La Rioja, Sergio Casas; el de Salta, Juan Manuel Urtubey; el de Córdoba, Juan Schiaretti; y la de Catamarca, Lucía Corpacci; la senadora Inés Brizuela y Doria y el presidente del Partido Justicialista nacional, José Luis Gioja.

Al respecto, Urtubey se mostró muy emocionado por la ceremonia. «Estoy feliz de estar en este acto de estricta justicia», remarcó, y sostuvo que la beatificación de los mártires «es un hecho histórico para toda América latina». El mandatario estuvo acompañado por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello.

Por su parte, Schiaretti recordó el paso del obispo por Córdoba: «Hizo su tarea pastoral en nuestra Córdoba antes de ser designado obispo de La Rioja. Él tenía una frase que me parece que es muy importante, decía que en la vida hay que tener un oído en lo que dice el pueblo y el otro en los evangelios».

La causa Angelelli

Luego de la muerte del obispo Angelelli, el 31 de agosto de 1976, el juez riojano Aldo Zalazar Gómez archivó el expediente, tras aceptar el criterio de la fiscal de que la muerte había sido producto de un accidente de tránsito causado por una rueda desinflada. Con la restauración democrática en diciembre de 1983, otro magistrado riojano reabrió la causa y al año siguiente el juez Aldo Fermín Morales la recaratuló como «homicidio calificado y tentativa de homicidio calificado».

Este mismo juez en 1986 dictó sentencia y falló que «la muerte de Enrique Angelelli no obedeció a un accidente de tránsito sino a un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima». En 1988 Morales rechazó la demanda de la fiscalía de que el proceso a los culpables fuera llevado adelante por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, resolución que fue apelada ante la Corte Suprema de Justicia que la derivó finalmente a la Cámara Federal de Córdoba.

Ese mismo año, el fiscal de la Cámara se pronunció por la aplicación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, exonerando de cargos a varios militares implicados en el asesinato del obispo riojano. Dos años después, la la Cámara Federal de Córdoba consideró agotada la investigación y sobreseyó a los implicados.

En octubre de 2005, durante el mandato de Néstor Kirchner y tras la derogación de las leyes del perdón, el juez federal subrogante de La Rioja, Franco Romano Grassi, reabrió la investigación y se reabrió la causa. Ocho años después fue elevada a juicio, que comenzó en noviembre de 2013 y concluyó el 4 de julio de 2014, a un mes de conmemorarse los 38 años del asesinato. La sentencia fue condenar a prisión perpetua a los militares Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella, al ser considerados autores intelectuales del homicidio.