Cortometrajes del 23° BAFICI

Dentro de la edición número 23 del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) se presentaron numerosos cortometrajes en todas las secciones. Compartimos comentarios breves sobre algunos de ellos.

La muerte no tiene nombre

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por Belén Varela Díaz. Nos presenta a Lulú (Lulú Schmilovich), una mujer que acude todas las noches a un bar de Buenos Aires y, desde allí, observa lo que transcurre a su alrededor, a la vez que los reflejos en los que puede mirarse a ella misma. El ritmo es aletargado y aquello que ofrece como concepto la sinopsis oficial explica, un poco por demás, aquello que en realidad está sujeto a múltiples interpretaciones de espectadores, más que a un camino inducido por la realizadora.

Cenizas

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por Sergio C.D. Suárez. Con la forma de una ficción creada a partir de una premisa documental, el corto nos presenta a dos hermanos reunidos para cumplir con un trámite pedido por su madre hace casi cuarenta años. La experimentación se apodera del relato y el resultado es más una expresión de imágenes caóticas que componen el universo de un cementerio.

Fe

Dentro de la Competencia Oficial Internacional y dirigida por la española Maider Fernández Iriarte. Comienza exponiendo el relato de Sofía, una mujer con un cáncer grave, avanzado e irreversible. Esta mujer cuenta que se le apareció la Virgen, viajó a Lourdes y luego se curó. La propuesta reúne luego a un grupo de especialistas de la medicina que debaten sobre esta historia clínica y este caso. En la discusión quedan en evidencia las soberbias médicas respecto de sus límites y sus alcances, también el desconcierto frente a lo inexplicable y la prudencia sobre los riesgos de permitir que lo místico avance por sobre lo que la ciencia aún no puede responder.

Dulce

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por José María Carrizo, este cortometraje nos lleva a la casa de una pareja de adultos donde un hombre debe llevar una dieta baja en azúcares y su esposa se dispone a llevar ese régimen al extremo. Los momentos mejor logrados son los oníricos, en donde el protagonista se desplaza en plenitud con su cuerpo y con chistes delirantes enmarcados en un terreno donde todo vale, como es el de los sueños. Sin embargo, cuando la narración vuelve a la realidad, la cosa se desluce un poco. Las actuaciones se tornan grotescas y las acciones se repiten sin una solidez en la construcción del universo, como si hubiera faltado desarrollo en la idea en general, enmarcada en un muy buen remate pero floja en el relleno de ese marco.

Canto a la muerte

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por Juan Camilo Andrade, encontramos este cortometraje que retrata a un grupo de cuatro taxidermistas con puntos de encuentro y también diferencias en la forma de concebir su trabajo, aunque sin una intención clara en la decisión de contar esta historia. El título mismo ofrece un concepto que tampoco está en el desarrollo de los testimonios o en la puesta.

El aliento

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por Hernán Biasotti. Más una experimentación sonora y una búsqueda de soporte visual para todo ese ruido que… ¿puede contar una historia? Es eso lo que busca y logra también Biasotti mezclando una dimensión extraterrestre (que se lleva muy bien en la asociación con las interferencias) en la historia breve de un hombre que muere en un campo de girasoles y su espectro retrocede hasta encontrar (y mostrarnos) la causa de este desenlace.

Una habitación simple

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por Nicolás Dolensky, encontramos esta pequeña historia protagonizada por la talentosa Laila Maltz, que interpreta a una actriz principiante y no tan talentosa que parece que desea consagrarse o conseguir ser el centro de atención por un rato. Un corto simpático, prolijo y efectivo.

La lombriz solitaria

Dentro de la Competencia Oficial Argentina, este corto dirigido por Diego Prado se da entre la orilla del río y una casa deteriorada. Ambos espacios encuadrados en un tono lúgubre que se vincula con una esencia oscura del personaje que, aparentemente, se encuentra en una soledad que lo empuja a la introspección.

Huesos de azúcar

Dentro de la Competencia Oficial Argentina y dirigido por Florentina González. Este pequeño corto animado traza un paralelismo entre el mundo que estalló en el pasado y el que puede estallar en el presente, las extinciones posibles contadas mediante colores y sonidos mágicos.