“La vida te da sorpresas… sorpresas te da la vida” reza una recordada letra del artista y político panameño Rubén Blades y, tal como describe una historia en dicha canción, este artículo también trata sobre algunas muy particulares vinculadas al deporte o, mejor dicho, al cese de esta práctica.
Uno de los casos más emblemáticos del fútbol argentino en la finalización abrupta de la actividad lo tiene al actualmente reconocido entrenador Luis Zubeldía.
Luis era un jugador con gran proyección, mediocampista con gol e integrante de las selecciones juveniles argentinas. Fue campeón en el Sudamericano Sub-20 del año 2001 disputado en Ecuador y llegó a jugar en 57 ocasiones con la camiseta de Lanús, además de contabilizarse tres goles en su haber. Sin embargo, con solo 23 años tuvo que decirle adiós al fútbol por una osteocondritis disecante en las rodillas, algo así como que el hueso se seca y se resquebraja.
Aunque intentó reponerse mediante operaciones, nunca logró hacerlo. Para conocer en detalle de qué enfermedad se trata, consultamos a uno de los referentes de Traumatología y Ortopedia del Hospital Italiano, Jorge Daniel Barla, quien nos explica que esta dolencia “es una lesión del cartílago articular, habitualmente en articulaciones de carga: cadera, rodilla y tobillo”. Además, agrega que el lugar donde ocurre más frecuente esta enfermedad es en la rodilla. Asimismo, expresa que “la etiología aún no queda clara, ya que se postulan distintas causas que incluyen los traumatismos deportivos. La lesión representa un debilitamiento en parte del cartílago articular que genera dolor e inflamación con la actividad. Hay distintos estadios, desde el mencionado reblandecimiento del cartílago hasta el desprendimiento de un fragmento quedando como cuerpo libre”. En cuanto al tratamiento, el profesional detalla que “va desde solo reposo deportivo restringiendo la carga sobre la articulación, hasta necesidad de cirugía y reponer el fragmento suelto”.
En el caso de Zubeldía, la procesión para su retiro precoz la hizo ya desde su época como jugador. “Como no fue de un día para el otro sino en forma progresiva durante tres años, lo fui digiriendo y asumiendo de a poco, con el tiempo, ya que no fue una noticia tan rotunda”. Pero no se quedó con eso, y enseguida comenzó su carrera como entrenador en las divisiones inferiores de Lanús. “El club me dio todo el apoyo que necesitaba, siempre tenía lo que pedía”, manifestó. Al contrario de lo que puede suceder con una persona que deja el fútbol tan pronto, el entrenador nunca quiso alejarse de él: “Siempre quise seguir ligado, por eso estudié periodismo deportivo, hice el curso de técnico y, además, quise estudiar educación física, pero no pude por el tiempo que me llevaba el fútbol”, destacó. Luego de ser ayudante de campo de Ramón Cabrero en el Lanús campeón del 2007, le llegó su turno con 27 años. Desde ese momento dirigió al Granate, al Barcelona de Ecuador y a Racing Club de Avellaneda.
Otro de los casos que vivió el fútbol argentino en esta década fue el de Marcelo Bravo. El exjugador de Vélez Sarsfield debutó como una gran promesa en el 2003. Volante por izquierda con características ofensivas, su buen juego y potencial le valieron varias convocatorias a las selecciones menores. Al contrario de Zubeldía, lo de Bravo fue de un día para otro.
En un entrenamiento en la Villa Olímpica, luego de un encuentro frente a Gimnasia y Esgrima La Plata en el que Vélez había triunfado por 6 a 0 con un excelente partido del volante, los médicos le descubrieron una hipertrofia cardiovascular, es decir, el corazón es más grande y/o grueso que lo normal. Marcelo Bravo solo tenía 20 años, 50 partidos en primera y 5 goles.
El doctor Barla, una vez más, detalla de qué se trata esta enfermedad: “Es una hipertrofia del músculo cardíaco generado por un aumento de la actividad. La hipertrofia puede ser benigna, como la que se da en los deportistas, que no representa una enfermedad, o secundaria a alguna patología que genere mayor necesidad de trabajo del músculo cardíaco como la hipertensión arterial o enfermedades valvulares o pulmonares”. Pero para Marcelo Bravo no hubo explicación posible: “Todo fue muy sorpresivo, no me lo esperaba ni de casualidad. Pero tuve que retirarme obligadamente, los médicos no me dejaron seguir”, aseguró. Al principio todo daba vueltas en la cabeza de Marcelo: “Pensaba en volver a jugar en algún momento, tardé un año en aceptarlo y tomar la decisión de ser entrenador”, recordó. Cuando lo hizo fue incorporado en el cuerpo técnico de Miguel Ángel Russo. Aunque su carrera fue corta, Bravo pudo ser campeón con el equipo de Villa Luro en el 2005. Hoy entrena las categorías 2001 y 2005 de Vélez, donde transmite su experiencia a sus dirigidos: “Siempre hablo con los chicos que además de jugar tienen que estudiar, porque uno nunca sabe lo que puede pasar”, destacó.
En el mismo club que Bravo, pero más allá en el tiempo se encuentra el caso de Omar Asad. El “Turco”, campeón del mundo con Vélez en 1994, se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha el 16 de octubre de 1995 frente a Ferro Carril Oeste en el instante en que convirtió el gol del triunfo ante el clásico rival. A partir de ese momento nunca pudo recuperarse. Las dolencias lo tuvieron a maltraer durante cinco años y, aunque nunca se resignó e intentó diferentes tratamientos (viajó incluso a Estados Unidos para bajar de peso), se retiró del fútbol a los 31 años. Al poco tiempo, Asad ya estaba dirigiendo en las inferiores del Fortín y actualmente es uno de los entrenadores más reconocidos del fútbol local. Consultado el doctor Barla sobre la lamentablemente común lesión y rotura de los ligamentos cruzados, dada muchas veces por el movimiento de los huesos hacia direcciones contrarias, el profesional explica que “en realidad existen dos en la rodilla, el anterior y el posterior. Más del 90% de las veces el lesionado es el ligamento cruzado anterior. Su lesión genera inestabilidad de la rodilla con episodios de subluxación. En deportistas el tratamiento es quirúrgico y la cirugía consiste en reemplazar el ligamento roto por un injerto de tendón que cumpla la función del ligamento perdido”.
Todas estas historias de vida compartidas nos invitan a reflexionar sobre el cuidado de nuestro cuerpo al realizar actividad física y, por sobre todo, pese a los obstáculos que puedan presentarse, siempre podemos salir adelante.
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