«El futsal me dio todo»

Gimnasia y Esgrima La Plata consiguió, por primera vez en su historia, ascender a la máxima categoría del futsal argentino -proceso que iniciaron el año 2017 en la última categoría-. Además, este sábado se coronó campeón de la Primera B. Conversamos con uno de los referentes del equipo y actual capitán, Agustín Cafure, quien fue protagonista del triple ascenso de su equipo.

Cafure reflexionó sobre la hazaña de su equipo: “Fueron 5 años duros en la D, la C y la B. Cuando llegamos a la D nos pusimos un objetivo: llegar a Primera y lo pudimos cumplir. Costó y fue duro porque pasamos por muchas cosas. Por suerte, pudimos cumplir el objetivo que nos trazamos antes de llegar a la D”.

El fueguino inició la actividad con apenas 3 años de edad, se formó en las inferiores del club de Río Grande, Tierra del Fuego. Luego aterrizó en Buenos Aires, y en unas simples vacaciones se le presentó la oportunidad de tener una prueba en River Plate. Así empezó su camino futsalero. Agustín recordó su inicios: “Se dio que tenía un amigo en River y me dijo que vaya a dar una prueba ahí, así que nada, estaba de vacaciones aquí en Buenos Aires, fui e hice las pruebas y quedé. Le avisé a mamá, le pregunté a ella si me podía quedar y me dijo que sí. Me quedé y me puse a estudiar y luego se fue dando todo, me fui quedando en La Plata, siempre viví acá y viajaba todos los días a River a entrenar”. Con 19 años, empezó en la Reserva del club «Millonario», donde tiempo después debutó con la Primera y su presencia se extendió durante las temporadas 2011, 2012/2013 y 2015.

Cafure hace un par de años abrazó muy fuerte a la disciplina y la pone ante todo, se aferró al 40×20. «En 2019 quise renunciar al laburo, ya estaba medio cansado y le puse todas las fichas al futsal, sin tener para vivir del futsal, así que le dediqué todo a eso y era lo que quería, lo que me gustaba hacer y el laburo me sacaba tiempo, descanso y me la jugué por dedicarme solamente al futsal”, comentó el 5 de Gimnasia. Su jugada le dio resultado y hoy es un indiscutido en su equipo, además de su cuota goleadora.

En sus inicios, Agustín se esforzó para estudiar y entrenar, además de lo complicado, pero no imposible de la situación, tenía que sortear otro obstáculo: la distancia. Ya ubicado en La Plata, Cafure tenía que viajar a Buenos aires para entrenar con el «Millonario». «Fue duro porque no tenía tiempo para nada, sin descanso. Casi dormía en el micro mientras iba a entrenar o a la vuelta”, recordó el jugador del «Lobo». A pesar de ello, se recibió de mecánico dental, de protesista, y laburaba de eso.

En lo que lleva en la institución, Agustín tuvo momentos inolvidables en su carrera. Uno de los últimos fueron los partidos decisivos por el tan ansiado ascenso. “Las sensaciones son todas lindas, me tocó meter el primer gol que abrió el partido. Por suerte fue rápido, nos llevó a que el partido sea un poco más abierto, a ellos que salgan un poco más. Durante el partido se te cruzan un montón de sensaciones, cada vez que vamos metiendo un gol te ves un poco más cerca de cumplir el objetivo. las sensaciones son medias raras, viene un poco de hormigueo en la panza durante el partido, te imaginás un montón de cosas en los minutos que faltan. No ves otra cosa que el reloj, que no pasa más. Son sensaciones encontradas, pero muy lindas”, manifestó el jugador.

Si bien las canchas de los equipos están desparramadas por el país, para Gimnasia el viaje le cuesta el doble de tiempo que a otros rivales que residen en Buenos Aires. Justamente, en esos viajes de ruta, Agustín y sus compañeros tuvieron disparatadas situaciones que resolver: “Como viajamos mucho de La Plata a Buenos Aires en los viajes, el pinchar ruedas en las autopistas y quedarnos al costado de la autopista haciendo jueguitos o armando un ‘loquito’ y son cosas lindas que nos pasan en grupo. Por ahí el estar en medio de la autopista colapsada tener que ir viviendo cosas que no te pasan nunca, tomar taxis para tratar de llegar a la cancha, esas cosas quedan como anécdotas buenas de cosas que nos van pasando”.

Cafure tuvo su primer acercamiento con la institución de La Plata en 2014, luego volvió a River el siguiente año y el próximo llegó a Independiente, solo una temporada. Luego se instaló de lleno en Gimnasia en 2017 hasta la actualidad. Pasar tantas horas del día en el club genera un apego, aunque muchas veces se piensa que al no ser un deporte profesional, donde no hay un sueldo fijo no se entrena o no se lleva un proceso de trabajo. Más que un grupo de personas realizando ejercicios se transforma en un familia, una compañía mutua, ya que algunos chicos son del Interior y otros extranjeros, lo que hace una relación más familiar.

«Gimnasia es mi segunda casa es el club que me abrió las puertas, que me enseñó un montón de cosas, que me cobijó acá en Buenos Aires cuando llegué, en el que conocí mucha gente buena, que ayudó en muchas cosas en lo deportivo y en lo extra deportivo. Siempre voy a estar agradecido a Gimnasia y a toda la gente que rodea el club y que me ayudó un montón y, por suerte, soy lo que soy hoy gracias a Gimnasia”.

Sin pasión es imposible continuar en lo que más te gusta, pero también conlleva a decisiones importantes para seguir construyendo los sueños, Cafure define qué siente por la disciplina: “Para mí, el futsal es mi vida, creo que si no practicaría futsal no sé qué hubiese pasado, qué hubiese hecho. La verdad que me dio todo, alegría y tristeza. Es todo para mí, le dedico todo, le dedico mi vida, dejé muchas cosas por esto y no me arrepiento. Espero dejar muchas cosas más de lado y seguir consiguiendo muchas cosas por esta disciplina que quiero, que me encanta y que todavía disfruto mucho”, expresó el capitán del «Lobo».