El histórico 2024 mexicano

Uno de los principales acontecimientos de la política latinoamericana que deja el 2024 es el resultado de las elecciones presidenciales en México, celebradas el 2 de junio para definir la sucesión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Dado que no existe la reelección en el país norteamericano, el oficialismo debió elegir una figura en su reemplazo y ungió como candidata a Claudia Sheinbaum, exjefa de Gobierno de la Ciudad de México con origen político en la militancia estudiantil de los años 80, durante la resistencia al intento de privatizar la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sheinbaum, candidata por la coalición Sigamos Haciendo Historia, arrasó en las urnas con un inapelable 59,7%, más de 30 puntos por encima del 27,4% que obtuvo Xóchitl Gálvez, de la alianza conservadora conformada por los demacrados partidos tradicionales del establishment mexicano. El programa de gobierno propuesto por la candidata del oficialismo como una continuidad de los pilares del legado social y económico obradorista contempla «100 pasos para la transformación», en base a la continuación del desarrollo productivo, a la recuperación salarial, a la inversión pública y a la reivindicación de los derechos de las mujeres (como otorgarle rango constitucional a la paridad salarial de género).

La importancia de las elecciones mexicanas radica en que el triunfo de Sheinbaum, que continuará en un nuevo sexenio el camino iniciado por AMLO, consolidó el “nuevo” mapa político del país (delineado tras la llegada de López Obrador al Palacio Nacional en 2018 y en los años subsiguientes), y ratificó la formidable hegemonía de Morena a nivel legislativo y en los planos nacional y estadual. Al triunfo abrumador en las presidenciales se suma que Morena tendrá una sólida mayoría legislativa en el Senado y en Diputados, y que pasó de gobernar 4 de los 32 Estados mexicanos en 2018 a hacerlo en 23 a partir de este año (24 si contamos a su aliado, el Partido Verde Ecologista de México -PVEM-, que gobierna San Luis Potosí). Para graficar con más detalle, hoy Morena dirige los destinos en 10 de los 15 Estados más poblados del país: Estado de México (16,9 millones de habitantes), Ciudad de México (9,2 millones), Veracruz (8 millones), Puebla (6,5 millones), Chiapas (5,5 millones), Michoacán (4,7 millones), Oaxaca (4,1 millones), Baja California (3,7 millones), Guerrero (3,5 millones) y Tamaulipas (3,5 millones).

La primera mujer presidenta en la historia mexicana asumió el 1° de octubre y, ante los ojos del mundo, ofreció un discurso emblemático que refleja nítidamente el momento histórico que vive México. “El 2 de junio de este año, el pueblo de México, de forma democrática y pacífica, dijo fuerte y claro: es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres”, afirmó Sheinbaum en su alocución ante el Congreso. A su vez, calificó a López Obrador como “el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna”. “Para millones, aunque a él no le gusta que se lo digan, el mejor presidente de México”, dijo sobre AMLO y lo consagró como “el que inició la revolución pacífica de la Cuarta Transformación”, en referencia a las llamadas “cuatro transformaciones”: la Guerra de la Independencia, iniciada en 1810; la reforma de Benito Juárez, a mediados del Siglo XIX, que dio paso al Estado laico; la Revolución Mexicana desatada en 1910, que derrocó la tiranía de Porfirio Díaz; y la denominada “4T” (cuarta transformación), iniciada en 2018 con la llegada de AMLO. Además, Sheinbaum calificó al mandatario saliente como “el presidente más querido, solo comparable con Lázaro Cárdenas”, en relación a quien gobernó el país entre 1934 y 1940 e impulsó la reforma agraria, nacionalizó el petróleo y elaboró diversas políticas de bienestar social que transformaron a México. La comparación que hizo la Presidenta entre López Obrador y Lázaro Cárdenas no es antojadiza, y sugiere que para entender mejor quién acaba de llegar a la Casa de Gobierno, hay que comprender quién se acaba de ir.

Probablemente, el principal laurel que deja la presidencia de AMLO está referido a la reducción del porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza en México. De acuerdo con cifras del Banco Mundial (BM), 9,5 millones de personas salieron de esa condición, un número sin precedentes para un periodo de seis años, según destacó el organismo. Según el informe elaborado por el BM, que aborda la pobreza a nivel internacional, en el caso de México, las estadísticas muestran que bajó del 28,8% al 20,2% durante el sexenio obradorista.

Este proceso se produjo en forma articulada con la recuperación del poder adquisitivo de los ingresos y con la expansión de derechos laborales, impulsadas por el fundador de Morena durante su presidencia. Un aspecto central fue el aumento del salario mínimo, de más del 100% en términos reales, según cifras oficiales de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami). En 2018, al momento de asumir López Obrador en reemplazo del gobierno neoliberal de Enrique Peña Nieto, el mínimo era de 88 pesos diarios, mientras que en 2024, seis años después, es de 248 pesos diarios. La nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, se comprometió a continuar con el aumento progresivo del poder adquisitivo del salario mínimo en los próximos años.

Respecto a la política laboral obradorista, durante su mandato se aprobaron 15 reformas legislativas a la Ley Federal del Trabajo (LFT), con una misma orientación: la recuperación de derechos por parte de los trabajadores. Entre otras medidas, se reguló el teletrabajo, se reconoció el derecho laboral de las trabajadoras del hogar, se blindaron los aumentos del salario mínimo, se renovó la justicia laboral y se prohibió la subcontratación (también denominada “outsourcing”). No obstante, aún persisten niveles elevados de informalidad laboral e inequidad salarial de género, entre otros problemas del llamado “mercado laboral” en México que Sheinbaum tendrá el desafío de desandar.

En materia de salud, López Obrador impulsó en 2022 la creación del IMSS-Bienestar, una institución dispuesta por el Estado para brindar atención médica a las personas que carecían de seguridad social (la sigla IMSS refiere al Instituto Mexicano del Seguro Social, fundado en la década del 40). Según aseguró el Gobierno, actualmente el IMSS-Bienestar brinda ayuda a más de 50 millones de personas en los Estados en donde opera, lo que representa aproximadamente un 80% de la población que no tiene seguridad social.

Asimismo, quizás la educación y la seguridad sean las dos principales materias pendientes que deja el gobierno saliente. Respecto al primer ítem, si bien se avanzó en un programa de becas a jóvenes de educación media y superior entre otras iniciativas, fue el propio Presidente el que admitió que durante su mandato no logró todos los avances que pretendía en el sistema educativo en general. “Nos quedamos cortos en educación básica, porque el nivel preparatoria es universal, son 5 millones (de jóvenes) que estudian en el nivel medio superior, todos tienen beca y, a nivel universitario son 600 mil, ahí no son todos”, dijo AMLO en un acto en Morelos en agosto pasado. En relación a la seguridad, la gravedad de la situación de violencia narcocriminal que azota a estados como Sinaloa, Michoacán, Chihuahua, Guanajuato y Tamaulipas hace que sea una prioridad de primer orden para el gobierno de Sheinbaum el diseño de una estrategia de mayor efectividad por parte del Estado para combatir a las bandas que se disputan territorios, poder e influencia en el vasto mercado de la droga, y aterrorizan a pueblos y ciudades enteras en la disputa sanguinaria que protagonizan.

Dimensionar la magnitud de las mejoras sociales experimentadas por México durante estos años no debe hacer creer que sus problemas han dejado de existir. En este sentido, además de las “tareas pendientes” en educación o seguridad y la necesidad de profundizar la mejora en los índices de pobreza, el triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses de noviembre aparece como un nubarrón que puede llegar a determinar fuertemente las condiciones del escenario político interno y externo en las que Sheinbaum deberá desarrollar su gestión. Las amenazas de Trump (a México y también a Canadá y China) respecto a la imposición de aranceles, a pocos días de haberse impuesto en los comicios, es una muestra de los problemas que pueden surgir en el horizonte del proyecto de Morena. La respuesta de Sheinbaum a la bravuconada del magnate ultraderechista fue contundente y muestra su convicción soberana: “A un arancel, vendrá otro en respuesta y así hasta que pongamos en riesgo empresas comunes”, dijo la Presidenta sin amilanarse.

La política exterior de AMLO fue una marca distintiva de su gestión. Demostró su capacidad para lidiar con el propio Trump durante la primera administración del republicano y se mostró firme ante Joe Biden; bregó por la paz y el diálogo entre Rusia y Ucrania; exigió que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) intervenga con mayor firmeza en la tragedia en la Franja de Gaza, y adoptó fuertes posicionamientos en diversos asuntos geopolíticos en América Latina, como el impulso de la integración regional en forma conjunta con países como Argentina, Brasil y Colombia, su defensa del expresidente peruano Pedro Castillo, su enfrentamiento con Javier Milei, su vocación para mediar en la crisis venezolana o la denuncia del bloqueo a Cuba.

No obstante, el mundo que le tocará navegar a Sheinbaum será probablemente mucho más turbulento y complejo que el que hubo en los años de López Obrador. Su capacidad para manejar el plano de la geopolítica también será central para cuidar al proyecto que transformó para siempre la historia de México.