El mundo se puso raro

Ahora sí, como todos sabemos, el año comienza en marzo. las calles ya están atestadas, los piqueteros volvieron a laburar y se llevó a cabo la inauguración de las Sesiones Ordinarias en el Congreso y, en esta ocasión, más ordinarias que nunca.

Noticias de la Gorra

El presidente Alberto Fernández dio un discurso que mezcló el realismo mágico desde un mundo paralelo y pirotecnia incendiaria contra la oposición y la Corte Suprema. La jornada fue al igual que las anteriores y pasará al olvido, regada de datos erróneos, promesas utópicas y ausencia de autocrítica, pero nos dejó algunas pastillas para que la gilada se divierta.

El faltazo lo pegó Máximo Kirchner y no dio razones, pero se supone que como había laburado el día anterior ya habría cubierto su cuota anual y quedo exhausto. El primero en llegar fue el discapacitado mental de Javier Milei, que seguro fue porque iba a estar lleno de cámaras y no tenía que presentar ningún proyecto.

La que estuvo muy copada con su lacayo fue Cristina Fernández, que casi ni lo saludó y aplicó un tapial de rolitos con su compañero de fórmula, que recordemos ella eligió.

Por suerte, el recinto estaba tranquilo y los presentes solo parecían lobos oliendo sangre, ya que ante cada pelotudez de Alberto lo putearon de los cuatro lados.

El que se reveló fuerte fue el profe de vóley y “tuitero picante al pedo” Fernando Iglesias que, en un acto casi a la par de quien se paró frente al tanque en Tiananmén, le dio la espalda al presidente y se puso a boludear con su celular. Así da gusto pagar impuestos.

Alberto se metió con los más pesados de la Corte Suprema. Los invitó a su fiestita a los jueces Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz y los picanteó mientras las cámaras los enfocaban y ellos ponían cara de “en 8 meses te vas y nos chupa un huevo lo que digas”. Habló también de la inflación, pero no se hizo cargo y tiró que es «un problema estructural, de décadas», es decir que no se va a hacer cargo de esta, no rompan los huevos.

Por último, dijo que Argentina tenía la energía que envidia el mundo y dos horas más tarde se cortó la luz en medio país.

Para limpiarse rápido las manos, el Gobierno dijo que fue un sabotaje y presentó denuncia judicial fantasma firmada por Sergio Massa que dice, en pocas palabras, que «investiguen», es decir, en cualquier momento arman una comisión y listo.

El que también estuvo de apertura de Sesiones Ordinarias en la Ciudad de Buenos Aires fue Horacio Rodríguez Larreta, que aprovechó la volteada para pegarle a Alberto, para decir que no hay posibilidad de acuerdo con el kirchnerismo duro y pedir por las pistolas taser, y para todo esto puso aplaudidores, porque siempre es buena ocasión para un poco de discurso de mano dura en año de elecciones.

Lo curioso de la apertura de Larreta fueron las chicas con carteles que decían “aplausos”, que mostraban y agitaban a los presentes. En cualquier momento, la oposición lleva reidores y terminamos confirmando que la política es un show.

Siguiendo con «Horacito», se armó quilombo porque inscribió a 350 niños rusos a las escuelas primarias, pero eso dejó sin lugar a niños de pueblos originarios. Es que todos sabemos que los rubios con rublos son más pintorescos que los coyitas con mostacillas.

Por último, donde está tranquila la cosa es en Rosario, porque apareció una amenaza a Lionel Messi con balacera incluida al supermercado de la familia de Antonela Rocuzzo. Se sospecha de narcos, políticos y hasta de hinchas de Central. Es decir, no tienen la más puta idea.

El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, salió a hablar y a plantarse ante un tema tan delicado, obviamente marcando la cancha y el poder que tiene el Estado para combatir y terminar con estas mafias. Fue así que dijo que «que la guerra contra los narcos está perdida». Bajemos la persiana y llamemos a Bukele.