«Es una locura lo que estamos viviendo»

Este domingo por la mañana falleció la tercera de las cuatro víctimas del ataque lesboodiante en una pensión en el barrio de Barracas en la Ciudad de Buenos Aires. La única con vida es Sofía Castro Riglos.

Posterior al deceso de Paula Cobos y Mercedes Roxana Figueroa, Andrea Amarante (de 42 años) murió tras haber permanecido internada en el Hospital Penna casi una semana en estado crítico, con 75% de su cuerpo quemado. Andrea era sobreviviente de la Tragedia de Cromañón. El asesino de estas mujeres es Justo Fernando Barrientos, de 68 años, quien luego de haber perpetrado el atentado quiso quitarse la vida con un corte en el cuello y después de su hospitalización ya fue dado de alta, pero se encuentra detenido.

A propósito de este ataque de odio, conversamos en el Noticero con Claudia Castro, integrante de la red autoconvocades y organizaciones lesbianas. «Gracias a todos por difundir, para nosotras es muy importante la difusión, que se sepa lo que está pasando con nuestra comunidad, con nuestro movimiento. Hace muchísimo que nuestra comunidad viene sufriendo ataques, permanentes desde la comunicación oficial y también desde la comunicación de distintos medios periodísticos. Todo esto tiene que ver con la suma de un Estado represivo odiante de las mujeres, de nuestros derechos, de la comunidad, de la diversidad. Hasta ahora, en cinco meses de gobierno hizo un desastre con todo. Yo soy trabajadora también del INADI y, en este momento, sería de vital importancia el apoyo por todo lo que está sucediendo en Barracas».

Para recapitular lo acontecido, «el día lunes a la 1 de la mañana, un hombre de 68 años entró a un cuarto donde habían dos parejas de mujeres y las incendió con una molotov, hay dos compañeras que perdieron la vida que fueron asesinadas, porque eso es así, digamos, no es que ‘perdieron la vida’, no perdieron la vida, el tipo las asesinó, las quemó vivas. Es una locura lo que estamos viviendo y para nuestro movimiento resuena mucho el 2010. Hubo un caso también en Córdoba, donde el padrastro de la novia de Pepa Gaitán la asesinó de un escopetazo por la espalda. Eso también nos resonó como movimiento, fue el primer caso en el que se habló de crímenes de odio hacia nuestra comunidad. Era 2010, también eran otros momentos, pero lo que está pasando hoy es terrible, lo que lo que pasó el lunes en Barracas es terrible».

Asimismo, Castro advierte acerca de la legimitación de discursos de odio por parte del Gobierno Nacional y en particular del presidente Javier Milei, porque «nos está afectando nuestra vida social, nos afecta también, no solamente lo económico, los odios recrudecen con la discriminación, con la vulneración de derechos. Cuando quitan derechos nos ponemos más vulnerables frente a todos los que odian. Nuestra comunidad está, lamentablemente, preparada siempre para que alguien te mire, para que alguien te juzgue. No es sencillo, no es que porque tenemos matrimonio igualitario acá se acabó la violencia y la discriminación. No. Casarnos no significa que la sociedad entendió que no hay que discriminar. Eso es algo que tenemos que seguir planteando, pero con un Estado ausente en temas de no discriminación, de derechos, va a ser bastante difícil para nosotras».

Además, alerta que estamos ante «un Estado genocida, es una dictadura para mí, ya hay que decirlo porque estamos frente a una situación irreparable». «Lo dijimos en 2010 cuando mataron a la Pepa Gaitán y lo volvemos a repetir ahora: justicia para que no vuelva a suceder, justicia es que acabemos con la discriminación y, si vemos situaciones de discriminación, aunque no seas lesbiana, aunque no seas trans, aunque no seas discapacitada, tenés que salir, tenés que ‘saltar’. No se puede seguir haciendo la mirada a un costado y ver cómo las situaciones de discriminación emergen como nada y una vez que hacen nada, hay que empezar a salir, hay que empezar a denunciar». «En este contexto, todo el tiempo se difunden por parte del poder y del Presidente discursos de odio en contra de minorías y en contra de la mayoría de la población, también. Pareciera que estos discursos empiezan a cobrar un lugar muy importante en nuestra sociedad, donde pareciera que todo está permitido, que cada uno puede decir lo que quiera y no va a haber ningún tipo de condena al respecto, ¿no? En el mundo no funciona así», se lamenta la activista.

Por otra parte, reclama que «la sociedad no nos ve, entonces trabajamos siempre por la visibilidad desde hace 23 años. Yo soy militante. Trabajé en matrimonio igualitario, promovía y escribí, pero eso no terminó de resolver el problema social». «Está mal discriminar. Está mal, hay que enseñar, hay que educar la discriminación, es una conducta aprendida, nadie nace así y discrimina sino que se aprende, entonces, hay que empezar a entender que se puede, así como aprendemos a discriminar, hay que empezar a desaprender ese camino y entender».