Desde la semana pasada se exhibe en cines el film «Kabaddi» de Pablo José Meza, un proyecto nacido en el taller de guion de su realizador, y que convocó a parte de su grupo de alumnos (también actores) a formar parte de él.
La historia transcurre en el delta, lugar al cual acude un grupo de alumnos de teatro con su profesora en el que, poco a poco, se irán develando prejuicios, rencores, animosidades, celos, deseos ocultos, discriminaciones y recelos entre ellos.
Lo interesante del relato es que el punto de vista del atacado irá cambiando dinámica y rápidamente, abriéndose un juego de un todos contra todos comparable al kabaddi, juego que se propone durante el inicio de la experiencia, para poder relajarse y conectar entre sí.
El kabaddi es un deporte milenario proveniente de Asia con dos equipos que se dividen entre atacantes y defensores. Para conseguir un punto, los primeros deben ingresar en el campo rival y regresar a su área sin ser capturados.
La simbología del juego se proyecta a la situación que se genera entre los convenientes, en la que nadie quiere ser atacado y, a su vez, todos se creen con derecho a atacar al «punto» de turno, lo cual da pie para reflexionar sobre comportamientos sociales, egoísmos e hipocresías varias.
La narrativa fluye adecuadamente y las actuaciones son homogéneas. El planteo llega, por momentos, al límite de la exasperación, erigiendo a este film en un incómodo espejo en el cual nadie quiere verse reflejado.