Luminosidad y ternura

Dentro de la Competencia Argentina del 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se presenta «Una escuela en cerro hueso», la ópera prima de la santafesina Betania Cappato.

Ema (Clementina Folmer) se relaciona con su entorno de una manera diferente y, si bien no se explicita, podemos identificar su comportamiento con características dentro del espectro autista. Sus padres llegan a una pequeña escuela ubicada en una localidad costera a kilómetros de la ciudad de Santa Fe, casi como última esperanza después de que 17 instituciones rechacen sus solicitudes.

Con humildad pero con convicción, esta escuelita acepta a Ema y la recibe con los brazos abiertos, en consecuencia, la familia se instala en este pueblo y comienzan a surgir un nuevo comienzo para todos. Julia (Mara Bestelli) investiga sobre los peces del río y Antonio (Pablo Ruiz Seijo) propone hacer una huerta comunitaria, mientras tanto, las maestras y los compañeros integran a Ema y ella, a su modo, comienza a disfrutar y mostrarse más feliz.

«Una escuela en cerro hueso» parece sucumbir ante la tentación de no romper ese transcurrir florecido y, por ende, olvidar el motor narrativo. El problema no sería la falta de un conflicto tradicional sino la sensación de que la película comienza en la resolución y luego no construye más que la luminosidad y la ternura.

Finalmente, cabe destacar que esta historia se inspira en la infancia del hermano de la propia Betiana y tiene como objetivo reivindicar las experiencias comunitarias, lo cual queda expresado con una sensibilidad especialmente dulce.