Pionera del fútbol femenino en Palestina

«Soy palestina, árabe, cristiana, mujer y juego al fútbol». Así se define Honey Thalijeh, una de las pioneras del fútbol femenino en Palestina.
Comenzó a sentir el fútbol de muy joven. Agarraba la pelota y llamaba a los chicos del barrio para jugar en la calle. Y lo que empezó como un hobby terminó por ser algo que la apasionaba y que le servía para evadirse del clima político. «Además de jugar al fútbol, de seguir la pelota, yo quería seguir mis sueños. Intenté mantenerme íntegra para combatir a este mundo, para ser un buen ejemplo y mostrarle a las mujeres de todo el mundo que nada puede impedirles seguir adelante», explicó Honey.
Vivió épocas difíciles en Palestina, como cuando se llevaron a cabo las intifadas a fines de los 80′ (donde, según el organismo de derechos humanos israelí Betselem murieron 1.599 palestinos, entre ellos 304 menores, y 400 israelíes, en su mayoría soldados). Ella tenía 17 años y estaba en la secundaria. «Era muy duro ver los cadáveres en el suelo. Esas imágenes siempre están en la cabeza. A veces tenés pesadillas. Durante los ataques de 2002 vivía encerrada y hubo momentos en los que no tenía nada, ni bebidas ni comida. No se podía dormir. Los soldados irrumpían en las casas todos los días».

El fútbol como superación

«Pensé que con el fútbol se podía conseguir algo. En lugar de sentirse sin esperanza, de la desesperación, se podía construir algo, dar esperanza a la sociedad y a las mujeres», declaró Honey Thaldjieh.
Ver la destrucción de sus país y la desesperanza de las personas a su alrededor fue lo que la llevó a querer usar el fútbol para actuar. Transcurría el 2003 cuando estaba en la Universidad de Belén y vio un anuncio colocado por Samar Araj. «Seré la primera», dijo Honey, e inspiró a quienes hacían las pruebas. «Tal vez ella tenía ese don desde su nacimiento», agregó Araj.
Después tuvieron que ir a buscar más jugadoras. En un principio eran solo tres o cuatro chicas pobres, con la misma historia que Honey y que fueron a buscar cuando se enteraron que querían jugar al fútbol.

Selección femenina de fútbol de Palestina

En 2005 la Federación Palestina de Fútbol autorizó la creación de la selección. Su primer amistoso fue contra Jordania. Honey Thaldjieh cuenta que se sorprendió cuando entró a la cancha. Estaban acostumbradas a entrenar en cemento, además mucho más diminutas que esa. «Estar presentes ahí usando nuestras camisetas de Palestina y con nuestra bandera. Era la primera vez que me verían jugando el juego que amaba a pesar de todas las dificultades», contó. El partido lo perdieron por goleada, pero igual estaban felices por haber viajado de su país a Jordania, que son solo siete kilómetros pero donde tuvieron que pasar por tres fronteras, incluida la de Israel, donde las tuvieron retenidas por varias horas. Por eso, el haber llegado ya lo consideraban una victoria.
El primer partido internacional que jugaron de local sucedió el 26 de octubre del 2009 en el Estadio Al-Husseini, que está en la localidad de Al-Ram (Cisjordania). Más de diez mil personas estuvieron presentes en ese encuentro contra Jordania y que finalizó 2-2.

Lamentablemente, Honey se lesionó en los días previos al juego. Sin embargo, estuvo ahí apoyando a sus compañeras y les dijo: «Si no ganamos, por lo menos juguemos bien y mostremos lo habilidosas que somos porque la gente vendrá y nos juzgará». Debido a su importancia en lo que fue la creación del equipo, el entrenador dejó que Honey entre en los últimos tres minutos del partido.

Honey Thaldjieh se retiró poco después de ese encuentro a causa de las distintas lesiones que tuvo. En el 2012 obtuvo un máster en FIFA, lo que la convirtió en la primera mujer de Oriente Próximo en hacerlo. Aún continúa trabajando para la organización en comunicación corporativa.

Actualmente, la Selección ocupa el puesto 86 en el ranking FIFA y participó 3 veces en el Campeonato de la Federación de Fútbol de Asia Occidental.

Prejuicios

Lo más complicado fue convencer a la gente. Hacerle entender a la sociedad palestina que querían jugar al fútbol y representar a su país dentro y fuera del mismo.

«Era difícil por culpa de la sociedad. Somos las primeras chicas que jugaron al fútbol en Palestina. Así que somos las que al principio tuvimos las dificultades. Somos las que luchamos para que la sociedad acepte que jugamos al fútbol», explicó Marian Bandak, jugadora de la selección de Palestina.

Además, tuvieron restricciones familiares y religiosas. La abuela de Bandak no quería que jugase porque temía que se «lastimase gravemente». A Naeda Thalijeh, madre de Honey, le preguntaban en el barrio por qué dejaba que ella juegue al fútbol. Creían que así no se iba a casar nunca e, incluso, le propusieron que jueguen completamente tapadas.

Sin embargo, a través del fútbol pudieron superar todo. Y así se explayó Honey sobre todo lo que vivió: «Como palestina, crecí bajo la ocupación y la opresión: mi identidad fue mi prisión. Como cristiana, viví en una sociedad musulmana dominada por el hombre. Como árabe, en un mundo con mucho racismo y estereotipos, mi etnia también se convirtió en mi prisión. Y por ser mujer, en una sociedad patriarcal donde el fútbol era una actividad de hombres, mi género fue mi prisión. Todas estas identidades se convirtieron en mi prisión, pero también a través de ellas encontré la libertad para ser como soy».