Series, el nuevo cine de autor

Hace algunos años comenzó el boom de las series, una revolución en el mercado audiovisual que el ambiente cinematográfico se veía venir.
Aunque las formas tradicionales de hacer cine se mantengan en pie, se hizo una bifurcación en el camino de los trabajos audiovisuales y la TV o los soportes digitales que han ocupado un lugar «inferior» en términos de calidad por mucho tiempo, hoy tienen un despliegue de producción que se pone a la par de muchísimas producciones cinematográficas.
Hace un tiempo que da vueltas en el ambiente cinematográfico la idea de «las series son el nuevo cine de autor» a raíz de las propias palabras del director David Lynch. Las series se han transformado en materia de análisis en las academias de enseñanza desde que empezaron a subir su nivel, y ese proceso se incrementa de modo que cada vez hay más para ver, y el punto clave es que hay más para analizar.

Qué quiero decir

La gran apuesta del mundo de las series es la innovación. Esto le ha dado lugar a formatos narrativos ultra particulares, a la exploración de temáticas desde nuevos puntos de vista, a rupturas y al sello personal, y a eso se lo puede llamar cine de autor, a la marca personal. Se ha revalorizado lo único, lo diferente.
Estas novedades se han podido desarrollar con un cierto grado de libertad que muchas veces en el cine se encuentra muy limitado a las visiones de las grandes productoras si se espera el éxito comercial de la película. Mientras que el éxito de una serie tiene la posibilidad de explorar el enrarecimiento y puede generar interés desde ese lado.
Por ejemplo, «Black Mirror» es una de las grandes series con esta marca personal. Se apropió del tema general que une cada uno de sus independientes capítulos y tiene un estilo que le pertenece. Por otro lado, propone una libertad en el orden en el que uno puede recorrer las temporadas y también propone, sí o sí, un tiempo de reflexión posterior. Si uno la mira «como corresponde» no se puede ver más de un capítulo por día por la cantidad de reflexiones que nos dan vueltas en la cabeza al finalizar cada episodio.
Luego hay series que a simple vista parecen más tradicionales a nivel estructural, como «Master of None», «Glow» o «The Handmaid’s Tale», que plantean una línea de historia que progresa de una forma más fácil de asimilar pero que, sin embargo, tienen un tratamiento especial en los ritmos que trabajan y, fundamentalmente, en la creación de personajes profundos, diferentes desde lo físico, desde la forma de hablar, pensar y de tratar sus conflictos.
Y así se pueden mencionar muchas series con estilo para descubrir cosas nuevas y especiales como «The O.A» o  «Love» de Judd Apatow.
Finalmente, debemos hacer un párrafo aparte para hablar del máximo exponente actual de las series como el nuevo cine de autor.

El máximo exponente

«Twin Peaks», la serie que desarrolló sus primeras dos temporadas entre 1990 y 1991, volvió este 2017 y cada vez genera más locura entre sus espectadores.
Lo cierto es que sus primeras dos temporadas tienen un tratamiento bastante más legible comparado con lo que sucede hoy en la pantalla. Lynch toma todo lo que puede del pasado de «Twin Peaks», lo reformula y lo destroza para presentarlo en una nueva versión, mucho más libre, independiente y desquiciada, llena de innovación y revolución para el formato televisivo. Explora todas las formas de romper estructuras: temporales, espaciales, estéticas, rítmicas, tonales, sonoras y más… a un punto casi insoportable.
Mientras, en el plano del cine Lynch reduce su público a un espectador de culto experimental. Con «Twin Peaks» en el formato televisivo dentro de la plataforma más popular de streaming, se encuentra con un nuevo público activo con ganas de ser interpelado por lo experimental de su trabajo y, mientras él más encripte la información de sus capítulos, más énfasis por descifrarlo hay.
Así, David Lynch ha logrado en el formato televisivo un diálogo con su público mediante la interactividad en su trabajo más experimental que no ha logrado de la misma manera en la recepción de sus películas. Esto prueba, por lo menos para él, que un nuevo espacio para experimentar el terreno audiovisual es el de las series.