Sueño de una temporada de invierno

El pasado viernes 5 de agosto, Netflix subió a su plataforma la primera temporada de la serie «The Sandman», basada en el cómic homónimo de la línea para adultos Vértigo de DC Comics.

Producida por Warner Bros., la historia comprende la saga «Preludios y Nocturnos» en la que uno de los Eternos, Sueño (interpretado por Tom Sturridge), es capturado por error por una orden de ocultistas con el objetivo de devolver a la vida al hijo del líder de esta, Roderick Burgess (Charles Dance).

Atrapado por casi un siglo, Sueño intentará liberarse y recuperar su reino, la Ensoñación, que durante este periodo de tiempo perdió a su protector además de algunos habitantes, que decidieron deambular en el mundo de los vivos, la Vigilia, con objetivos disímiles.

La cruzada de Sueño (o Morfeo) lo llevará hasta la Tierra y el mismísimo Infierno para recuperar sus herramientas y todo su poder, antes que sea demasiado tarde: John Dee, heredero de Burgess (David Thewlis), desea cambiar definitivamente el mundo; El Corintio (Boyd Holbrook) inspira pesadillas en la humanidad; y la aparición de un Vórtice podría destruir el Mundo de los Sueños para siempre.

De esta manera, «The Sandman» combina diversas historias cruzadas tomadas del cómic, en la que lo onírico no deja de estar presente (como así tampoco los efectos visuales realizados íntegramente mediante CGI) y en la que su creador y autor, Neil Gaiman, navega en las profundidades de la mitología con sabido conocimiento y maestría (también es el responsable de «American Gods» que puede verse en Amazon Prime Video).

Pero no todo es color de rosas, porque la corrección política y la imperiosa necesidad de abarcar diversidades al momento de plasmar personajes solo le quitó el sueño al fandom. Vanessa Benton, David Goyer, Catherine Smyth-McMullen y Allan Heinberg no quisieron dejar afuera a nadie y, por ejemplo, en la serie la actriz afroamericana Vivienne Acheampong se pone en la piel del viejo y querido bibliotecario Lucienne.

Así y todo, «The Sandman» no tambalea y tiene un casting acertado acorde a los dibujos originales, con rasgos faciales notorios, alguna vez exagerados, que en pantalla fueron logrados con condensaciones y lentes con gran angular. Pero en su afán de incluir (y presentar) varias de las historias de las viñetas, la serie merma luego de superada la mitad (el clímax la temporada lo alcanza en «24/7») y posterior a la aparición de una de las hermanas de Sueño, empiezan a aparecer algunos leves bostezos.

Finalmente, cabe destacar que los créditos finales de cada episodio son trabajados por Dave McKean, quien se encargó de diseñar las portadas de un cómic de culto que Netflix, en formato de serie, ahora comparte con sus usuarios de todo el mundo.