WhatsApp te conoce demasiado

WhatsApp conoce el valor de tus datos. ¿Vos los conocés? La app N°1 de mensajería instantánea a nivel mundial quiere y necesita hacer dinero con tus datos.

Recuerdo el impacto que tuvo el estreno de «El dilema de las redes sociales» y, más allá de la información que salió a la luz, salió la critica de las animaciones, las actuaciones, el guion y la dirección, en lugar de detenernos un segundo y pensar si lo que estábamos utilizando a diario para comunicarnos estaba bien. Rápidamente (como nos estamos -mal- acostumbrando a vivir), tomamos diferentes posturas: usuarios que se quejaron y atacaron al documental, otros que defendieron estas aplicaciones diciendo que son «seguras» y que son «geniales porque son gratis», quienes reflexionaron sobre a «quién» le están dando sus datos y otros que, directamente, prefirieron mirar para otro lado como si nada pasase.

Antes de continuar y profundizar sobre este tema, pregunto: ¿cuántos de los 2.000 millones de usuarios activos actuales de WhatsApp leyeron la Política de Privacidad? Y si te digo que te va a llevar entre 10 y 20 minutos de lectura… ¿lo harías? ¿O preferís que alguien te lo resuma? ¡Ajá! Así nuevamente caemos en esta trampa del fast food de la información, es mejor que otro nos ahorre el esfuerzo de leer para que consumamos todo digerido, por repetición y sin pensar. Copiamos, pegamos y distribuimos.

Ahora que tengo tu atención, empecemos. Prometo no hacerte leer nada que no te sea de utilidad.

Partamos de esta afirmación: «WhatsApp es gratuito». Una mentira que creemos a voluntad. No existe ningún servicio de comunicación privada que no tenga costos. Hay que mantener un staff de personal y una infraestructura que irá creciendo a medida que aumente la cantidad de usuarios, y esto cuesta dinero. Te doy la bienvenida, entonces, a la primera gran verdad: WhatsApp no es gratuito.

¿Y cuál es el costo que estamos pagando? ¿Por qué no lo vemos? Simple, porque estamos utilizando otros productos de la enorme red de redes sociales de Mark Zuckerberg, es decir, Facebook e Instagram, a través de las cuales procesan una cantidad de datos con dimensiones inimaginables, dignos de una película de ciencia ficción.

Abro paréntesis: cuando Mark vio el potencial de WhatsApp salió a su caza y la compró en 2014, ya con millones de usuarios cautivos, que pasamos a las manos de Facebook, justo cuando este último ya empezaba a decaer y no sabía qué inventar para mantenerse a flote. Cierro paréntesis.

El año pasado (el olvidable 2020) con el confinamiento se intensificó el uso de las redes sociales y la utilización de WhatsApp como medio de comunicación gratuito, fácil, cómodo e inmediato. ¿Recordás cuando dije que no es gratis? Para que funcione, necesitamos algún servicio de internet, y alguien que lo pague.

En estos 6 años y contando, el gran problema de WhatsApp es que no monetiza, es decir, no genera ingresos a la red de compañías encabezadas por Facebook. ¿Y cómo monetizan estas empresas? Simple, vendiendo publicidad y creando herramientas para empresas. Con el boom de las ventas online, WhatsApp Business (para empresas) se hizo fuerte, obligando al ecosistema de internet a disponer del desarrollo de aplicaciones para que -con un solo clic- estés hablando con un comercio. ¿Qué más fácil que eso, no? Sí, prácticamente irresistible.

Pero… y cuando hay un pero todo deja de ser color rosa, solo era cuestión de tiempo. Hace unas semanas anunciaron que van a actualizar sus políticas de confidencialidad y que, para seguir utilizando la app, las nuevas condiciones deben ser aceptadas por los usuarios. ¿Qué cambia? La información dejará de ser privada y la compartirán con su ecosistema de empresas para ofrecerte «nuevos servicios».

En resumen, salvo nuestros mensajes* que se encriptan de punta a punta (es decir que solo los puede leer el interlocutor), el resto de datos como: datos del perfil, ubicación, tiempos de uso, horas activas, contactos, pagos con la app (que funciona en algunos países) y datos financieros, entre otros, van a quedar a su disposición. Sí, pueden con tus datos lo que quieran y consideren beneficioso, primero para ellos y luego para venderte algo más.

Todo saltó por el aire cuando un vocero del grupo informó: “La actualización de las políticas de confidencialidad son habituales en la industria y estamos proporcionando a los usuarios todas las informaciones necesarias para verificar los cambios que entrarán en vigor el 8 de febrero”. ¡Falso! Las políticas de confidencialidad no se cambian habitualmente, de hecho, es uno de los pilares de cualquier software o app: definir qué van a hacer con los datos que se recopilen. Que no te hagan creer que es un proceso «normal» porque no lo es.

Fue tal el revuelo que se armó, que muchos usuarios ya empezaron a ser parte de una de las mayores migraciones masivas hacia otros servicios de mensajería como Telegram (que recomiendo hace tiempo) y Signal, no tan conocida (del cofundador de WhatsApp antes de ser vendida a Facebook que, por cierto, por eso se fue de la empresa).

¿Viste que dejé un * por allá arriba? Bueno, prestá atención: en algunos países como Estados Unidos, si consideran que deben tener accesos a tus mensajes, bajo el lema de que «te están protegiendo», lo pueden hacer. Y acá es donde otra mentira sale a la luz: la privacidad como la conocemos dejó de existir hace años.

Por último, para culminar y que reflexiones: este cambio de condiciones se iba a implementar mundialmente a partir del 8 de febrero, pero fue tal la repercusión, queja y migración de usuarios que se tomarán un tiempo para «revisar los nuevos términos». Aplazaron el cambio hasta el 15 de mayo con la siguiente aclaración: “Hemos escuchado de muchas personas cuánta confusión hay sobre nuestra nueva actualización. Ha habido mucha desinformación causando preocupación y queremos ayudar a comprender nuestros principios y verdades. Queremos dejar claro que la reciente actualización de las Condiciones y Política de privacidad no afecta los mensajes privados. Los cambios están relacionados con la mensajería para empresas, la cual es totalmente opcional, y ayudan a proporcionar una mayor transparencia con respecto a la forma en la que recopilamos y usamos los datos».

Veremos cómo sigue la historia, es claro que la publicidad en WhatsApp está esperando agazapada a la vuelta de la esquina. Te invito a reflexionar acerca de cuánto valen tus datos por una comodidad. Y porque está mal «darle aceptar a todo» sin leer estos contratos digitales, si no seguimos alimentando un monstruo que tiene un hambre voraz de datos. Y si alguna vez te «asustó» que te aparezcan publicidades asociadas a lo que estuviste hablando o buscando en internet, estas medidas no harán más que intensificar esta acción. Yo elijo elegir.

«La publicidad es el arte de modificar comportamientos y el marketing es crear la necesidad que no tenias». Gracias por llegar hasta acá, te invito a difundir la información libremente para seguir creando conciencia.

Links recomendados

Acá están las políticas de privacidad de WhatsApp y acá toda la información de Telegram.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Brian Ozan.