Compendio de literalidades

Martín Piroyansky estrenó su nueva serie «Porno y Helado». Esta comedia se compone de 8 episodios disponibles en la plataforma Amazon Prime Video.

Ramón (Nacho Saralegui) y Pablo (Piroyansky) son dos amigos que se juntan regularmente a ver porno y tomar helado. Una noche, la rutina es interrumpida por un corte de luz que los obliga a cambiar de plan y salir al mundo exterior. Paralelamente, vamos a conocer a Ceci (Sofia Morandi), una chica llena de deudas que huye de las responsabilidades.

Esa misma noche Pablo se cruza por casualidad con un excompañero de la escuela al que recuerda como un «perdedor» al que todos hacían bullying, pero resulta que hoy ese chico se transformó en un músico canchero, lleno de amigos y sex appeal, todo lo que Pablo no tiene y, en un intento por esconder la verdad de su triste pasar, decide mentir y decir que también es músico, a lo que Ceci se suma y se presenta como manager de esta banda inexistente.

Una vez planteado el desafío, cada episodio encuentra a este trío de amigos intentando transformar la mentira en verdad y, finalmente, lograr ser una banda de rock. Pero la premisa se encuentra endeble y por ello trastabillante a cada momento. Desde el propio primer episodio, Pablo rompe el encanto admitiendo que en realidad no es músico ni tiene una banda, para luego en el siguiente capítulo tener que reconstruir la premisa, volver a abandonarla y así…

Esa forma de reiteración aparece también en la estructura de los chistes, cuyos remates están anticipados y luego se repiten, quizás con la intención de prolongar el efecto.

Otro de los puntos flojos es la construcción de los personajes. El objetivo y la motivación de Pablo son los que se desarrollan con más claridad, él quiere eso que no tiene y cree que siendo músico lo va a conseguir. Pero, en cambio, la construcción de Ceci no es tan fuerte, ya que la propuesta del personaje es de una mujer que quiere ganar dinero sin esforzarse, pero capítulo a capítulo esto de la banda termina siendo diametralmente lo opuesto: mucho trabajo e inversión sin retribución económica y no está claro por qué ella se mantiene en esa estructura que resulta incoherente para su propia lógica. Ramón va hacia donde lo lleva el viento, y esa idea de personaje es comprensible.

Todas las ideas interesantes y llamativas de la puesta en escena, como el trabajo con la cámara y el color, terminan siendo la cáscara de una idea todavía verde, que no encuentra el rumbo entre lo naive y lo más grosero porque no construyó una retorica sólida sino, más bien, un compendio de literalidades en tono de chiste.