La película de apertura del único festival de clase A de Latinoamérica, en su edición 39°, resultó ser una ofensa en muchos niveles. “Emilia Pérez” del francés Jacques Audiard es una representación delirante, sesgada y nutrida de un estigma sobre la cultura latinoamericana. El musical es el género elegido aquí para narrar una historia recargada de escenarios comunes como el mundo narco, el feminismo de cotillón y/o la transición sexual de un personaje improbable. Tal decisión colabora a la infantilización de los temas, especialmente, para presentar personajes, los cuales no tienen densidad dramática, solo aparecen y desaparecen para hacer números chatos, con melodías y letras que grupos pop descartarían sin dudar.
El personaje del título es un narco arrepentido (Karla Sofía Gascón), con su cambio de sexo llega también una reconversión de vida en la que se propone ayudar a las familias de los miles de desaparecidos en México. Una vergüenza indescriptible resulta el momento en el que una madre cuenta la historia de su hijo estudiante desaparecido, en su narración se desprende el triste hecho de la desaparición forzada de 43 jóvenes en Iguala de la Independencia en 2014, en esta película solo se lo utiliza para banalizarlo. La ayudante de la exnarco es una abogada (Zoe Saldana, la única que habla algo parecido al castellano), quien se convierte en una amiga y confidente de sus secretos más profundos. En el medio está la mujer (una impresentable Selena Gomez) de este delincuente convertido en benefactor, quien desconoce en absoluto su nueva vida. Toda la maraña narrativa se embarra aún más con fragmentos musicales remarcados, donde se canta y se baila mal, acompañados de una fotografía de mal gusto pocas veces vista, lo que resalta aún más es su carácter serio, nada de lo que sucede tiene un tinte paródico o de relectura en clave de comedia.
Audiard confía tanto en los textos y en el lenguaje musical porque su abordaje temático tiene una carga de denuncia sobre muchas cosas y todo al mismo tiempo, en un intento de sopapear a repetición. Ni hablar de la desviada perspectiva francesa sobre lo que el director considera que son las problemáticas de México, al igual que muchas producciones de Estados Unidos que establecen a ese país como una sinécdoque de todo un continente.
Horrorosa en su planteo, en sus formas y en sustancia, “Emilia Perez” es un insulto sin temor a sonrojarse, tampoco existe ni un prurito en la idea de discurrir algún pensamiento lateral o alternativo acerca de una cultura completamente ajena. El director y las intérpretes no pueden dar cuenta de algo mínimamente real, al menos como base que sostenga semejante despropósito, el cual tiene una intención de gravedad cuando en realidad lo mostrado es tan profundo como un charco.
“Emilia Perez” fue dirigida por Jacques Audiard, escrita por Thomas Bidegain, Léa Mysius y Jacques Audiard y contó con las actuaciones de Zoe Saldana, Karla Sofía Gascón, Selena Gomez, Adriana Paz y Edgar Ramírez.