Crisis alimentaria: más hambre que nunca

El año próximo, Haití participará de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA en suelo norteamericano, un acontecimiento que expondrá al país luego de medio siglo (Alemania 1974) en la disciplina a nivel internacional.

Esta clasificación permitirá, como mínimo, un ingreso de 9 millones de dólares a la Federación Haitiana. Pese a estas buenas noticias, la nación centroamericana sufre una problemática que, mientras se juegue al fútbol, se va a acentuar: el hambre y desnutrición. «Un país que, además, enfrenta un grave deterioro de la seguridad y una escasez crónica de alimentos básicos».

Un informe reciente del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que «en 2025, el 69% de las personas con inseguridad alimentaria aguda -219 millones de personas- viven en países frágiles o afectados por conflictos. Se espera que la violencia armada empeore la inseguridad alimentaria en 14 de los 16 focos de hambre, incluidos todos aquellos de mayor preocupación: Haití, Malí, Palestina, Sudán del Sur, Sudán y Yemen. En estos contextos, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las comunidades marginadas enfrentan mayores riesgos de violencia, exclusión y obstáculos para acceder a alimentos y asistencia humanitaria».

Asimismo, «en Haití, el PMA trabajó con las autoridades nacionales para difundir mensajes de alerta temprana a 2 millones de personas y lanzó transferencias electrónicas de efectivo para las familias, entregadas en un plazo de 72 horas, para ayudar a mitigar el impacto socioeconómico de posibles inundaciones», detalla el texto sobre las acciones implementadas.

El documento alerta sobre los más de 318 millones de personas que en 2026 van a enfrentar niveles de hambruna más elevados que el pasado lustro, incluso, estiman que se trate del doble que lo registrado para 2019. El motivo principal es la reducción del financiamiento del trabajo humanitario solo permitirá asistir a 110 millones, casi un tercio del total que necesita apoyo urgente para paliar la emergencia alimentaria. El PMA cifra en 13.000 millones de dólares la cantidad de dinero necesario para «socorrer a todas las personas que pasan hambre, pero las proyecciones actuales indican que obtendrán apenas la mitad de esos recursos».

Al respecto, desde la ONU aseguran que «los factores que alimentan la crisis global -como conflictos, eventos climáticos extremos e inestabilidad económica-, continúan agudizándose, lo que anticipa otro año extremadamente complejo para 2026»; y «los efectos combinados de fenómenos climáticos como huracanes, sequías prolongadas, inundaciones extremas y El Niño, aunados a las tensiones económicas, aumentaron la vulnerabilidad de millones de personas» en América Latina y el Caribe, destaca el informe de PMA.

De esta forma, 74% de los países de la región «enfrentan una alta exposición a eventos climáticos extremos que erosionan la productividad agrícola y dificultan las cadenas de suministro», donde 40,8 millones de personas sufren hambre.

Si nos enfocamos en Sudamérica, «la volatilidad económica sigue impactando en los hogares más pobres» y, «en regiones agrícolas de Bolivia, Perú, Paraguay y Argentina se registraron pérdidas por inundaciones o sequías, mientras que millones de migrantes y refugiados venezolanos continúan requiriendo asistencia humanitaria para acceder a alimentos y servicios esenciales».

Finalmente, el PMA para el año venidero «planea combinar asistencia alimentaria de emergencia, programas de nutrición, apoyo de medios de vida resilientes y fortalecimiento técnico de sistemas nacionales, con el objetivo de ayudar a quienes enfrentan hambre inmediata tanto como a quienes necesitan herramientas para reducir su vulnerabilidad a futuros choques».