En el punto más álgido de la crisis de cine argentino, comenzó una nueva edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), la número 26, a partir del 1° de abril de este año, cargada de diversas y eclécticas posibilidades estéticas y, paradójicamente, con un cine argentino en su máximo esplendor.
La película elegida para la Apertura fue «UPA! Una Primavera en Atenas» del trío conformado por Santiago Giralt, Camila Toker y Tamae Garateguy, cuarta entrega de la saga (cuyo origen data del año 2007), muy lejos de la frescura de la original, y sin esa cuota de frescura y de mordacidad que caracterizaron esta iniciativa.
Algunos problemas presupuestarios repercutieron en el producto final, con el audio fuera de sincro y la falta de veracidad que esta situación genera. Las actuaciones tampoco son todo lo convincentes y desafiantes que se podría esperar.
El corto «La Propia Piel» de Guadalupe Docampo y en Competencia Oficial Argentina, tampoco resultó satisfactoria, a juicio de quien esto escribe, con un guion cuyo desarrollo queda a mitad de camino, en el que se advierte que el corto tiempo de metraje conspira contra sus posibilidades de fluidez. El elenco, si bien correcto en su desempeño, no alcanza a completar una presencia sólida.
«Nuestra Cosa Perdida» de la directora Martina Cruz, de la Sección Familias, sorprende por su impronta emotiva, un homenaje que la realizadora le brinda a su padre, un director de cine frustrado. Con abundante material de archivo, Cruz va nutriendo a su trabajo con todos los videos que este solía grabar de sus hijas en los tempranos años de sus vidas. La honestidad de «Nuestra Cosa Perdida» pasa por los sentimientos contradictorios que la figura de su progenitor generó en Martina y que se exponen sin rodeos.
La figura de su padre es reivindicada en una hermosa escena del asado con los amigos paternos del alma que logran transmitir esa amorosidad que parecía perdida y cuyas palabras y testimonios logran abrazar a esta hija sedienta de recuerdos y de abrazos.
En Competencia Internacional se pudo apreciar «Moon» de Kurdyn Ayub, directora, actriz y guionista iraquí que bucea en la fusión entre política y religión, a través de la mirada de una experta en artes marciales que viaja al Oriente para entrenar a las hijas de una familia poderosa. Sarah, tal el nombre del personaje que compone la actriz Florentina Holzinger, se erige como implacable testigo de un retrato de crueldad y violencia familiar que sugiere una proyección del entorno autoritario de su país.
Filmada con una acertada dosis de acción y suspenso, el film interpela a los espectadores acerca del rol de Europa en las crisis de Oriente.
Otra de Competencia Internacional y, tal vez, lo más divertido de las propuestas que esta edición ofrece es «Denominación de Origen», un falso documental chileno al estilo de los de Néstor Frenkel dirigido por Tomás Alazamora Muñoz. Un grupo de habitantes de la localidad de San Carlos se arrogan la titularidad en la creación de la longaniza, producto que caracteriza a dicha comunidad desde tiempo inmemorial, y pretende rivalizar con el pueblo de Guillen por la autoría de la misma.
Todos los vaivenes, estrategias, recursos y movimientos destinados a ser retribuidos con el sello oficial de la denominación de origen del producto, lo cual traerá pingues beneficios a la región, es retratado aquí con ritmo hilarante y divertido.
De la Sección Rescates se exhibió «Esperando a Godoy», un film chileno de 1973 restaurado por la Cineteca Nacional de Chile, y dirigido por Cristián Sánchez, Rodrigo González y Sergio Navarro. La película recrea la toma de un edificio por parte de intelectuales de Izquierda mientras esperan al líder sindical del título.
Un humor irónico y corrosivo recorre todo el metraje de «Esperando…» para auscultar las contradicciones de estos militantes pequeño burgueses cuyos hábitos culturales están en constante contradicción con sus ideales.
De la Sección Artes y Oficios se puede encontrar un dinámico y logrado documental «Reventando» (Diego Crespo & Guillermo Ruiz), cuyo título plantea varias acepciones, y que se asienta sobre la vida de un agente de box en el declive de su carrera, que planea radicarse en el Paraguay con su novia a la distancia. De inescrutable sustancia existencial, esta propuesta desmenuza las angustias interiores de este protagonista, que intenta tener un futuro mejor, sin por ello desdeñar su pequeña gota de supervivencia.
La magia del documental convierte a Aldo Chajet en un potente reflejo de la proyección de vida y de la creencia en ilusiones perdidas.
De Córdoba y en Competencia Oficial Argentina se encuentra el último trabajo de Darío Mascambroni, «Lo Deseado», quien con tan solo cuatro personajes hilvana un potente retrato de la relación del hombre con la naturaleza como lugar mágico, sagrado y con una adecuada y bienvenida dosis de realismo mágico. Como siempre, la brillante actriz Eva Bianco aporta todos sus recursos al servicio de esta historia que logra atrapar y, a su vez, liberar a sus personajes.
Película de vínculos, de perdones y de segundas oportunidades, redimirá de distintas maneras a sus criaturas en este marco de contención y empatía.
«Antes del Cuerpo» en la Sección Vanguardia y Género, de las directoras Carina Piazza y Lucía Bracelis, marca un notable acierto en la manera de presentar un film de género con apuntes naturalistas, sin grandes sobresaltos. La actuación de Mónica Antonópulos tiñe con una notable tibieza y tono medio a este drama de una madre que debe sobreponerse a la enfermedad de su hija menor. En acertado contrapunto, Patricio Contreras complementa desde su lugar de sufrimiento la solidaridad que establece con la protagonista.
Finalmente, «Los Días con Ella» de Matías Scarvaci en la Sección Familias aporta un film más sobre cárceles y derechos humanos, centrándose aquí en una madre que dio a luz una hija en prisión. Las frustraciones, deseos, postergaciones, pero también el espíritu lúdico y la amorosidad que una madre puede desarrollar aún en las condiciones más adveras, enaltecen la propuesta y pinta un clima liberador aún en la opresión.
Con un agudo ojo escudriñador, Scarvaci logra una adecuada semblanza de las convivencias forzadas anónimas, que transcurren a espaldas de los que no quieren ver.