De exterminios y soledades

Luego de su paso por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en el que el film «La Mujer Hormiga» cosechó nada menos que tres premios (Mejor Película, ACCA; Innovación Artística, PCI y Mejor Actríz Eugenia Alonso, Fundación SAGAI), y el Festival Internacional de Cine de Beijing, esta codirección de Betania Cappato (luego de su debut con «Una Escuela en Cerro Hueso») y Adrián Suárez (su ópera prima en el largometraje) llega esta semana a la Sala Lugones del Teatro San Martín y otras salas y Espacios INCAA del país, y a partir de la próxima lo hará en el Cine Gaumont.

La narrativa de esta interesante propuesta se construye sobre la historia de dos hermanas sobrevivientes de un accidente con el micro escolar en el que viajaban, que moldea a fuego sus posiciones subjetivas y roles familiares que, por coyunturas especiales, se verán confrontados varias décadas después, cuando Renata (Julieta Vallina) vuelve al domicilio de Virginia (Eugenia Alonso) y se instala allí sin un periodo de tiempo definido.

Las ambivalencias y ambigüedades de cada una de las hermanas se irán yuxtaponiendo y, a su vez, reyectando en una intrincada dinámica familiar que absorberá lo mejor y lo peor de cada una de ellas de manera simultánea, y en la que el deseo de libertad coexistirá con la dependencia intensa de estos personajes.

El medio tono, el claroscuro, constituyen el acertado estilo con el que los realizadores apostaron al desarrollo de esta ficción, con una cámara escudriñadora que permite bucear en las interioridades de cada una de estas criaturas (notable como siempre la cámara de Iván Fund).

Las metamorfosis ocurrirán en más de un sentido, un poco a la manera de «Tres Mujeres» de Robert Altman, aquí reducidas a dos, en un sentido especular en el que los hábitos de conducta serán trasladados de uno a otro personaje, en el que cada una se alimentará un poco de la esencia de la otra perdiendo, simultáneamente a cambio, parte de la suya. Además, con el fantástico aditivo del realismo mágico de la última escena que desde ya no develaremos.

La simbología del film está presente en cada uno de sus cuadros, en cuya apertura el discurso sobre las hormigas y la obsesión de Virginia por exterminarlas, remite al final, con sus connotaciones más profundas.

«La Mujer Hormiga» se constituye en un cuidadoso y sensible fresco sobre la representación de la soledad de dos hermanas que deben lidiar con un trauma que las aleja y acerca con la misma intensidad.