El final de las finales

Los Angeles Lakers se coronó nuevamente campeón de NBA y lo hizo después de una década en la que su peor momento de la historia parecía no tener fin. LeBron James solo necesitó una temporada de transición para construir un equipo ganador, de la mano de un socio hambriento de gloria: Anthony Davis, el gigante más talentoso y determinante de la liga.

Las finales de la temporada 2019/2020 coronaron el éxito que fue la “burbuja de Orlando”, en tanto logística, recursos humanos y predisposición de todos los que integran la organización de la NBA. Como si la pandemia no fuera suficiente, los conflictos sociales -consecuencia de los asesinatos de afroamericanos a manos de las fuerzas policiales en diferentes ciudades de los Estados Unidos- pusieron en peligro la continuidad del restart de la temporada. Fueron los jugadores los que aceptaron seguir, más allá de la posición de la NBA como organización. Precisamente, el primero en sugerir la suspensión definitiva fue LeBron James, probablemente el jugador con más entusiasmo y ganas de coronarse campeón en un equipo que, además, partía como candidato antes de la reanudación de la temporada.

Los Angeles Lakers antes del coronavirus, incluso de proponerle a LeBron James un contrato para jugar en la franquicia más popular, sabía que tenía que retornar el ruedo de la competición fuerte. Golden State Warriors había inaugurado una dinastía y otros equipos de la conferencia ya estaban prestos para acabar con ella: Houston Rockets, Utah Jazz e, incluso, su rival más cercano, Los Angeles Clippers, se rearmaron para disputarle a la franquicia de San Francisco ese lugar en el umbral de la liga. De todos modos, la llegada del «King James» no sería suficiente, a pesar de contar con una camada de jóvenes promesas como Lonzo Ball (elegido en el pick número 2 en el draft de 2018), Brandon Ingram y Kyle Kuzma. La temporada 2018/2019 fue un fracaso, ni siquiera alcanzaron un puesto de playoffs y la renovación ya era un hecho. Todos los jóvenes, a excepción de Kuzma, encabezaron un trade gigante de Lakers para obtener a Anthony Davis, el jugador estrella de New Orleands Pelicans, quien se encontraba descontento con la dirección de la franquicia, por lo que su salida era inminente. Para la próxima temporada LeBron ya tenía a su socio pero un equipo no se arma tan solo con dos jugadores, así fue que llegaron otros refuerzos menos rimbombantes pero altamente efectivos: el veterano base Rajon Rondo (campeón en 2008 con Boston Celtics), Dwight Howard (de paso por varios equipos y ya en el último tramo de su carrera), Danny Green (campeón de la temporada pasada con Toronto Raptors), Avery Bradley (base de los Celtics de gran potencial), Javal McGee (experimentado pivote doble campeón con Warriors) y otros que también llegaron en el midseason como Markieff Morris proveniente de Detroit Pistons.

Si bien LeBron y Anthony Davis fueron los ases de esta nueva conquista, es necesario comprender que la colaboración de los jugadores mencionados más aquellos que fueron en crecimiento continuo con sus aportes, tales como Alex Caruso o Quinn Cook, fueron fundamentales para lograr el tan preciado anillo. Lo que hace más grande al triunfo es el rival: Miami Heat llegó como quinto clasificado en la Conferencia del Oeste, venció en su paso a la final a Milwaukee (el de mejor récord en la temporada regular) y al siempre difícil Boston Celtics. Qué decir de Jimmy Butler. Su alma y temple durante la serie y toda la temporada ya lo ubican en el panteón de los grandes de la historia de la finales de la NBA junto a John Stockton, Karl Malone y Gary Payton, entre otros. Porque no solo ganan los que salen campeón, el caso de Jimmy es una victoria sobre los prejuicios y las habladurías de los rumoristas (o periodistas, si se quiere) que construyeron una fama de pendenciero, cuando todos los jugadores de espíritu líder en el juego exhiben esas actitudes en los equipos. LeBron James y Michael Jordan también fueron conflictivos pero las victorias ocultan todos los problemas, en este y en todos los deportes. Miami Heat mostró un ensamble de equipo entre veteranos y jóvenes que fue su clave para llegar tan alto. Las promesas de Tyler Herro (no se puede criticar con la ferocidad que lo hicieron luego del segundo juego a un novato en una final), Duncan Robinson y Kendrick Nunn se acoplaron a las presencias estelares de Jimmy Butler, Bam Adebayo y Goran Dragic (quien solo jugó solo el primer y último partido de la serie por una lesión).

Los Angeles Lakers es el justo campeón porque no solo venció a todos los equipos que se le pusieron enfrente sino también fue el que mejor se adaptó psicológicamente al rival más difícil: el aislamiento durante meses. Merece un reconocimiento especial el entrenador Frank Vogel, quien comenzó como coordinador de videos en la institución (misma historia que la de Erik Spoelstra de Miami Heat) y que demuestra, de la misma manera que en la temporada anterior Nick Nurse con Toronto Raptors, que los coachs jóvenes son los que se acoplan mejor al juego moderno. LeBron James fue coronado por cuarta vez como MVP de las finales, solo superado por su ídolo: Michael Jordan, quien ganó seis veces ese trofeo. El rey no solo ganó ese premio por lo demostrado en la cancha sino también por su rol de liderazgo fuera de ella y, en cierta forma, es uno de los gestores para que la NBA sea nombrada como la liga deportiva más política de los Estados Unidos por su compromiso social.

Así se llegó a la final de esta temporada, convulsionada pero que llegó a un final feliz aunque la incertidumbre sobre la continuidad de la liga para el 2020/2021 es total. Tan solo existe una fecha para el Draft, la Summer League está suspendida y los partidos de pre-temporada están en duda. La realización de los Juegos Olímpicos de Tokio para el 2021 generan más especulaciones sobre cómo será el diagrama de la nueva temporada. Las fuentes más cercanas a Adam Silver afirman que la idea de una temporada corta entre enero y julio es la que más fuerza presenta por estas horas.

Lo que resta por definir también son los protocolos para que regresen los encuentros a los estadios de las franquicias, ya que la propuesta de una nueva burbuja quedó descartada. Mientras tanto, Los Angeles Lakers festeja un nuevo anillo y espera un rival que en el próximo torneo se anime a impedir el nacimiento de una dinastía. ¿Aparecerá alguno?