La comedia en los tiempos actuales bordea la imposibilidad, el reflejo de un mundo de real ya se presenta en clave de parodia con personajes nacidos como caricaturas. Así y todo, el humor argentino se mantiene firme en una búsqueda exhaustiva para reconfigurase y apelar a una comedia que no claudica en una identidad, a pesar de los cambios de época. «Viudas Negras: Put*s y chorras» es una miniserie creada por Malena Pichot, con guion suyo junto a Julián Lucero y Ariana Saiegh, que cuenta la historia de dos amigas dedicadas en su juventud a dormir hombres, en el medio de una primera cita, para robarles. Después de un trabajo que casi sale mal, Maru (Pilar Gamboa) entiende que se trata de una señal para acabar con esta práctica, mientras que Mica (Malena Pichot) le insiste en hacer un último trabajo, el cual podría salvarlas económicamente.
Efectivamente, todo sale mal y ambas se separan por diez años. En ese lapso, cada una rehízo su vida de forma distinta: Maru vive en un country con su esposo (Alan Sabbagh) y dedica su tiempo a una ONG, en cambio, Mica tiene una peluquería y centro de estética en Flores, su barrio de siempre. Ambas deberán reunirse forzosamente por la aparición de Paola (María Fernanda Callejón), un personaje oscuro que las extorsiona para que vuelvan al ruedo como «viudas negras», a cambio de mantener el silencio sobre un secreto que las involucra.
En los 8 episodios la historia se balancea entre la comedia y el policial, con una inclinación más pronunciada hacia lo primero. El éxito de la serie está en la química entre Pichot y Gamboa, cada una representa un perfil bien delineado que las destina a repelerse pero, al mismo tiempo, las obliga a unirse por un conflicto en común. Mica es la que se mantiene en el barrio y fiel a sus sueños de trabajar como dueña de un centro de estética, en el dorso está Maru, un personaje obligado a resetearse en un mundo que años atrás le hubiera sido completamente ajeno como lo es de la dinámica de un country. Ambas tienen zonas grises que las enriquecen, Mica a pesar de su honestidad identitaria es la culpable del destino de ambas y Maru vive una vida teñida por la hipocresía, sin preguntar demasiado por el trabajo -sospechoso- de su marido a cambio de mantener un estilo de vida ostentoso y, además, ser parte de un grupo de mujeres que parece tener un fin noble de solidaridad, aunque en realidad es solo una vidriera para sentirse bien con ellas mismas. Ese trío interpretado por Marina Bellati, Monna Antonópulos y Paula Grinszpan es, probablemente, de lo mejor de la miniserie. En ellas caben casi todos los lugares comunes de las esposas de barrios cerrados: la espiritualidad de plástico, la violencia socavada hacia los pobres, la mirada centrífuga del country, el uso excesivo de ansiolíticos, etcétera.
Como en muchos de los trabajos anteriores de Pichot, Lucero y Garay Santaló (por ejemplo, la película «Finde»), manejan diferentes tipos de comedia, desde lo básico y efectivo hasta una resignificación de un concepto, el caso de «el cerebro de la banda», en un chiste al mejor estilo Woody Allen en «Ladrones de mediopelo».
«Viudas Negras» junto a «División: Palermo» son las comedias que se paran de mano frente a un panorama oscuro de la realidad, otra ilustración para entender que de los peores momentos se pueden extraer las mejores materias primas para hacer reír.
«Viudas Negras: Put*s y chorras» estuvo dirigida por Nano Garay Santaló y Coca Novick; escrita por Malena Pichot, Julián Lucero y Ariana Saiegh; y contó con las actuaciones de Pilar Gamboa, Malena Pichot, María Fernanda Callejón, Agustina Tremari, Alan Sabbagh, Marina Bellati, Monna Antonópulos, Paula Grinszpan y Julián Lucero. Puede verse en Flow y Max.