Bajo la dirección de Leigh Whannell («El hombre invisible», «El juego del miedo») y protagonizada por Christopher Abbott y Julia Garner, la mítica figura del hombre lobo vuelve en un drama familiar con algunos aciertos y varias fallas.
Blake (Abbott) debe volver a Oregón, su ciudad natal, tras el fallecimiento de su padre, y decide hacerlo junto a su esposa Charlotte y su hija Ginger. Este regreso se verá atravesado por la difícil relación que los unía y también por oscuras leyendas que aseguran que criaturas extrañas acechan el bosque. Tras un accidente en la ruta y un feroz ataque, Blake empezará a experimentar cambios que parecen indicar lo peor, y hará todo lo posible para proteger a su familia.
Tal como lo hizo en «El hombre invisible», Whannell utiliza un personaje antes visto, en este caso, el tropo de hombre lobo como pretexto para tocar otros temas: los traumas familiares, la violencia, la capacidad de romper con comportamientos heredados y el amor como posible salvación. Esto es su mayor virtud y, a su vez, el origen de muchos problemas.
La película pone en palabras sus intenciones de forma directa y demasiado literal y peca enamorándose de ciertos recursos visuales que, ante la repetición, generan cansancio. Es allí donde se evidencia que ciertas alegorías no alcanzan.
Su director asegura haberse inspirado en películas como «The Fly» de David Cronenberg o «The Thing» de John Carpenter, y cabe concederle ciertos punto de contacto, especialmente en cuanto a efectos prácticos y el concepto de degradación del cuerpo humano. En otras palabras, podría decirse que «Wolf Man» cumple con reservas los recursos formales del «body horror» o terror corporal, pero no mucho más que eso.
Por otro lado, lo más problemático de «Hombre Lobo» es su incapacidad para resolver el tercer acto, con una revelación clave que pierde peso y una construcción de personaje que pareciera no saber hacia dónde decantar. DE esta manera, «Wolf Man» plantea así una historia dramática anclada en el terror corporal, que intenta abordar un lado más humanista del hombre lobo, y donde las intenciones superan con creces los resultados.