Exceso de justicieros

Este jueves 17 de febrero se estrena en salas argentinas la película «Justicieros» («Riders of justice»/ «Retfærdighedens ryttere») del director y guionista danés Anders Thomas Jensen, quien en el año 1998 ganó un Oscar por su cortometraje «Noche de elecciones» («Valgaften»).

En esta ocasión nos presenta a Markus (Mads Mikkelsen), quien debe regresar del frente de batalla para cuidar a su hija Mathilde (Andrea Heick Gadeberg) luego de la muerte de su esposa en un ¿accidente?Pronto una revelación une a Markus con Otto (Nikolaj Lie Kaas), Lennart (Lars Brygmann) y Emmenthaler (Nicolas Bro) en una misión para encontrar a los mafiosos que provocaron la colisión del tren.

La película presenta, de base, una idea de la violencia desmedida para el propósito cómico y hasta tierno. La idea de un hombre con problemas para gestionar las emociones del duelo se entiende que está emparentada a su trabajo como soldado, pero el exceso está en mostrarlo capaz de descargar su violencia en cualquier persona: golpear al novio de su hija porque sí o matar a un hombre porque no quiere darle información.

Lo mismo sucede con estos nuevos compañeros que se caracterizan por el uso del intelecto más que de los músculos, ellos llegan para suplir las carencias afectivas de la relación entre padre e hija, a la vez que las propias, de forma tal que la mencionada misión pase a ser una excusa cada vez más relegada. Sin embargo, en los primeros minutos de su aparición, el personaje de Emmenthaler protagoniza una escena bastante sádica en la que destroza a patadas en el suelo a un hombre muerto, vengando quién sabe qué pasado.

Está claro que la intención de Jensen es buscar la risa incómoda y contradictoria, en sus propias palabras: «Cuando tienes una historia potente y todas las acciones de los personajes están integradas, puedes permitirte hacer cosas escandalosas y el público lo aceptará. Creamos un universo que gira en torno al significado de la vida, que es una gran pregunta. Hay diferentes formas de encontrarlo, y la venganza es una de ellas». En este caso, la duda está en la construcción formal de la comedia, distinta de «Nadie» («Nobody» de Ilya Naishuller, 2021), como para poner un ejemplo reciente donde los elementos opuestos de lo simpático y lo violento encuentran su engranaje.