Exilio boliviano

Tras renunciar a la presidencia y luego de un viaje complicado, Evo Morales llegó a México donde se le concedió asilo político. En territorio azteca fue recibido por el presidente Andrés Manuel López Obrador y acusó a la oposición en su país.

Morales aseguró que los opositores bolivianos «no respetan la vida, menos a la patria» y remarcó que «mientras tenga vida, seguimos en la lucha». Además del expresidente, viajaron su hermana, su hija y otros dos funcionarios renunciantes.

Morales se mostró “agradecido con el hermano Manuel López Obrador y el gobierno y pueblo de México por salvarme la vida. Llegamos sanos y salvos junto a nuestros hermanos Álvaro y Gabriela». Y manifestó que «los golpistas ofrecieron 50 mil dólares a un miembro de seguridad para que me entregue antes de mi renuncia».

«Son ilegales, han robado, incendiado, saqueado casas, hay secuestros, han amenazado, han hostigado a dirigentes sindicales para lograr sus renuncias», afirmó Morales.

También expresó que «pensé que habíamos terminado con la opresión, con la discriminación, con la humillación, pero surgen otros grupos que no respetan la vida, menos a la patria. Será parte de las luchas ideológicas, programáticas, culturales y sociales. Hermanas y hermanos, si algo de delito tengo, es ser indígena y haber luchado para sacar de la pobreza a mi pueblo».

Por último, remarcó que «el gobierno mexicano me salvó la vida. Quiero decir gracias amigos, a las autoridades de este país. Pero también quiero decir que mientras tenga la vida, seguimos en política, seguimos en la lucha».

Contrapunto oficial

En las filas del oficialismo argentino hubo voces dispares. Mientras que el presidente Mauricio Macri manifestó su preocupación por lo que sucede en Bolivia, la excanciller Susana Malcorra calificó lo sucedido como Golpe de Estado. El primer mandatario, luego del comunicado del Palacio San Martín en el que pidió «paz y diálogo», aunque sin hablar de la existencia de un Golpe de Estado, señaló que «todos estamos preocupados» por lo que está sucediendo en el vecino país.

«Ante la renuncia a su cargo como Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, anunciada hoy en la tarde, por Evo Morales Ayma, el Gobierno argentino hace un llamado a todos los actores políticos y sociales bolivianos para preservar la paz social y el diálogo, enfatizando la importancia de encaminar este período de transición que se ha abierto por las vías institucionales que establece la Constitución de ese país», había señalado la Cancillería. Su titular, Jorge Faurie, consideró que no hubo un Golpe de Estado contra Morales sino que el país limítrofe atraviesa solo una «crisis institucional».

El funcionario precisó que «no están los elementos para definir como un Golpe de Estado» lo sucedido en Bolivia durante el domingo, tras la dimisión de Morales por presiones de las Fuerzas Armadas.

«Las Fuerzas Armadas no han asumido el Poder. Están simplemente haciendo medidas de diálogo con distintas fuerzas políticas y esto va a conducir a que mañana pueda la Asamblea Legislativa eligir quién va a presidir este gobierno de transición para el período de noventa días», afirmó Faurie.

Su antecesora, Susana Malcorra, sostuvo que «en Bolivia hubo un Golpe de Estado, no es una cuestión debatible», y consideró que «hay una lectura ideológica del gobierno argentino sobre el Golpe de Estado y eso es peligroso».

«Acá hubo un Golpe de Estado, no es una cuestión debatible, es un golpe de Estado liso y llano. La región supo decirle ‘Nunca Más’ a los golpes, me parece peligroso que ahora se pongan consideraciones en torno al golpe en Bolivia», afirmó Malcorra en declaraciones radiales. «No sé por qué Macri y Faurie no llamaron Golpe de Estado a lo que pasó en Bolivia», indicó la excanciller y añadió: «Hay que ser muy cuidadosos en este sentido, la postura de Argentina respecto al Golpe de Estado no es una postura constructiva».

Desde la UCR se adoptó una posición opuesta a la de la mayoría del PRO. El Comité Nacional del radicalismo repudió «el Golpe de Estado», aunque también cuestionó la posición de Evo Morales y sostuvo que «no es justo someter a las sociedades al agobio, por una vocación de perpetuidad ilegal» y que «las autoridades electas en cada comicios deben gozar de la legitimidad que da la limpieza en dichos procesos». En el texto se menciona «una sucesión de hechos preocupantes» y un «clima de agitación» para luego rechazar las irregularidades electorales y el golpe posterior: «¡No a las trampas! ¡No a las injerencias externas! ¡No al Golpe de Estado!».

El diputado del PRO, Daniel Lipovetzky, manifestó que a su entender estaba «claro» que se había tratado de «un Golpe de Estado» y que no podía haber «grises» respecto a los pronunciamientos en este tipo de cuestiones.

Día aciago

Por su parte el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, aseguró que lo ocurrido en Bolivia «es un Golpe de Estado. No hay ningún ejército que ha liberado a un pueblo, ha habido un Golpe de Estado, que nadie se confunda, para que hablemos claro y sin mentiras. Y para que después cada uno se haga cargo de lo que dice», señaló. Además, aseguró que América Latina vive «un día aciago» porque «en Bolivia se interrumpió la democracia» y manifestó desconocer cómo se resolverá la crisis en ese país.

Posteriormente, Fernández cuestionó al gobierno de los Estados Unidos por celebrar la renuncia de Evo Morales en medio de la crisis en Bolivia y sostuvo que la Casa Blanca «retrocedió décadas y volvió a lo peor de los 70′». «No comparto lo dicho por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Acá no hay ningún ejército victorioso y no es verdad que se haya garantizado la democracia, para nada. En todo caso se la impidió. A mi juicio, Estados Unidos retrocedió décadas y volvió a lo peor de los 70′, cuando avalaron intervenciones militares contra gobiernos elegidos democráticamente», afirmó.