Feliz Navidad y próspero Begos nuevo

Es de una frescura inmensa que exista un personaje como Joe Begos, salido de una órbita personalísima, sin agendas ni ambiciones más que hacer del cine un medio para enrostrarle a la industria más careta que desde la artesanía todavía hay una resistencia. Entre sus múltiples intereses, los cuales pueden advertirse en los diálogos de sus personajes, habita desde hace un tiempo la pretensión de reversionar el clásico de culto “Sangriento Papa Noel” (1984), que ya tuvo un remake impresentable hace una década. Cuando el director de “Bliss” se reunió con los estudios, que querían escuchar sus ideas, se dio cuenta que los ejecutivos no estaban preparados para una “experiencia total de Begos” y lo que se reafirmó es que su camino es la independencia.

Después de la pandemia, el proyecto se reflotó gracias a la gente de Shudder, el servicio de streaming de terror que también produce y distribuye películas. El amor por las películas se esparce desde esa textura que emana el formato en el que está filmada “Christmas, Bloody, Christmas” porque, para Begos, el cine es cosa sería, no por nada adquirió hace un tiempo una cámara de 16 mm. La nostalgia y el tiempo vívido a través de rayos catódicos con las películas de una infancia y una adolescencia no son representaciones artificiales en sus historias, ni tampoco son escenarios de meros contornos. Su concepto de reconstruir un cine extinto es el de poblar esos huecos desérticos con la incomodidad de las malas palabras, del sexo y -en especial- de una violencia a la que no se le adosa un manual de instrucciones.

La premisa de “Christmas, Bloody, Christmas” es tan simple que puede resumirse en: una partida de Santa Claus androides fabricados por una empresa de tecnología militar salen fallados. Uno de ellos cobra vida en un pequeño pueblo y comienza a acechar a todos, pero especialmente a Tori (Riley Dandy), la empleada de una casa de discos. Quienes hayan visto la mencionada “Bliss” sabrán que los personajes femeninos del mundo Begos son audaces, dominantes, vulgares (en el sentido «messista» de la palabra) y capaces de improvisar hechos extraordinarios que incluyen la defensa violenta de la vida. Durante la primera mitad, la digresión se apropia de una trama que se ensancha y que no avanza. Lejos de ser un defecto, lo que el director construye es un tejido de personajes que ya no se presentan en las películas, incluso, en las de terror. A Begos no le importa el canon ni los fenómenos del género actuales como se puede apreciar en su opinión acerca de Blumhouse (la productora de terror) puesta en boca de Tori.

En la segunda parte se abre el baúl de los desmembramientos, luces de neón, efectos especiales prácticos, synthwave y una única referencia que monopoliza todo: «Terminator». En una escala más reducida sí, pero puesto en espíritu y citas casi textuales aparece la obra cumbre de James Cameron. Los últimos veinte minutos de «Christmas, Bloody, Christmas» son un viaje hacia el VHS y a toda la alegría que representaba alquilar cualquier cosa, con la simple ilusión de ver algo nuevo cuyo único combustible era la curiosidad. Necesitamos más Joe Begos, urgente.

“Christmas, Bloody, Christmas” de Joe Begos cuenta con las actuaciones de Riley Dandy, Sam Delich, Jonah Ray, Jeff Daniel Phillips y Abraham Benrubi.