Histórico triunfo del Alma

La clave del conjunto argentino en el juego del martes por cuartos de final del Mundial en China fue impuesta desde el inicio: contrarrestar con velocidad, dinámica y orden táctico a un equipo que tiene la mayor altura promedio del torneo, jugadores internos poderosos, un jugador como Bogdan Bogdanovich que soluciona cualquier problema en ofensiva, y variantes en ataque sumadas a experiencia y fuerza. No era solo una potencia histórica mundial sino que, además, es una de las mejores Serbia de todos los tiempos, con 5 NBA en sus filas y jugadores importantes de Euroliga.

En la primera mitad, Argentina arañó por pasajes una excelencia de lo que pudo haber sido su mejor versión, alcanzando momentos de un básquet de alto vuelo. Salvo por el inicio, donde los internos se cargaron de faltas, lo demás lo hizo todo bien, incluso durante esos momentos de riesgo. Facundo Campazzo hizo, una vez más, lo que quiso desde la base, controlando el ritmo con el que quería que se jugara y encontró compañeros afiladísimos desde lejos, que la metieron con una efectividad asombrosa. Así convirtió un parcial de 12-4, aunque la ventaja se diluyó rápidamente porque esas faltas cobradas al principio, sobre todo las 2 de Marcos Delía, hicieron que Sergio Hernández tuviera que mandar temprano a Tayavek Gallizzi a la cancha y hasta tuviera que improvisar a Gabriel Deck para defender a Jokic, el hombre que marcaba la diferencia debajo del poste.

Los serbios igualaron en 16 y llegaron a pasar al frente, pero nunca con firmeza. Lo mejor de Argentina fue que no se cayó con la salida de Campazzo y encontró al fin al enorme jugador que es Luca Vildoza, para retomar una diferencia de 8 en varios tramos. Argentina defendía bien la primera línea presionando el balón y su problema era qué hacer con Nikola Jokic, el interno All Star de la NBA que tienen los serbios, ya que Scola también tenía 2 faltas y Gallizzi 3. Una vez que recibía en el poste bajo, doblarlo agresivamente era seguir sumando faltas y en el uno contra uno no había como detenerlo. Se buscó liberar algo más a los tiradores menos confiables, como Jovic o Simonovic, además de intentar que no llegara el balón tan fácil al poste bajo. El resultado, tras 20 minutos, fue más que bueno, más allá de perder la lucha rebotera. La defensa permitió provocar 10 pérdidas y anotarle 54 a un conjunto serbio con talento suficiente para girar el partido.

En el segundo cuarto, el ritmo del juego sucumbió en una meseta. La defensa serbia ajustó sobre los tiradores (1/5 triples Argentina), los de Hernández empezaron a tener pérdidas y se transformó la impresión del juego. Igualmente, El Alma mejoró defensivamente en su tablero y los errores no le costaron tanto, aunque no pudo controlar el ataque serbio en el periodo para terminar el cuarto solo con la mínima de ventaja (68-67).

Era tal el manejo de la dinámica del juego de Argentina, que Serbia tuvo que iniciar la segunda mitad del juego con una formación de talla similar a la de los albicelestes, denotando el ritmo del partido que imponían los de Hernández. Los balcánicos se fueron arriba con un triple de Guduric apenas inició el cuarto, envolviendo al partido con un manto de interrogantes. Patricio Garino tuvo dos apariciones colosales con tiros largos, Campazzo un bombazo de 3 y otra vez Argentina sacó 4 de diferencia con 7 minutos en el reloj contra Serbia, que no podía desequilibrar ahora con Nikola Jokic bien cubierto por Scola y obligado a pasar la bola cuando era doblado.

El último cuarto transcurrió con Scola que corría y anotaba como cuando era más joven, con Deck defendiendo a pivotes como si midiera 2,20 metros y con Nicolás Laprovittola, Vildoza y Campazzo monopolizando un partido memorable. Argentina sacó 11 a 3’17» del final (87-76) y acariciaba la semifinal. Serbia puso la victoria en duda con una bomba del escolta de Sacramento Kings, Bogdan Bogdanovic, que achicó la diferencia a 6, pero los argentinos estaban demasiado altos como para conceder un partido imposible. Emergió Campazzo con un golazo y Deck con robo y volcada sentenciaron el juego.

Fue 97-87 final, que invitó a recordar a la Argentina precedente que jugó en Indianápolis 2002 cuando, sin jugadores NBA en sus filas y muchas promesas jóvenes sin explotar, vencía al colosal Estados Unidos por primera vez en la historia para llegar a la final del certamen. Ahora bajaron al gigante Serbia que viene de ser subcampeón olímpico y subcampeón mundial y era esta su gran oportunidad de dar el golpe. Argentina ya está en semis, esperando por Francia.