Hay un encanto especial en las películas de cocción lenta, de su trama trazada con un pulso reposado, el cual permite desarrollar varias opciones de recorrido.
En “La quinta”, parte de la Competencia Internacional del 39° Festival de Cine de Mar del Plata (y tercera película de Silvina Schnicer), la historia tiene un inicio sorpresivo para una familia recién llegada a una casa ubicada de un barrio privado: alguien entró a la propiedad. Lo que al principio parece un robo, finalmente resultó ser que los ingresantes ocuparon el lugar durante unos días. En simultáneo, los tres hijos de la pareja deambulan por las cercanías verdes, nutridas de árboles de hojas secas y un clima algo gris.
Las preocupaciones de los adultos se circunscriben a la invasión de la propiedad privada, a un estado de las cosas modificadas y a una búsqueda desesperada que exige -según ellos- una actualización de la seguridad del barrio. Los tres niños, en paralelo, crecen en pantalla. La experimentación con lo prohibido se articula con el despertar de la crueldad, y las consecuencias de ello no son las mismas para los tres: el más pequeño sufre en silencio durante el día y manifiesta durante la noche con pesadillas un miedo desactivado, a partir de una situación que marca a todos los personajes, inclusive a los mayores.
Schnicer aborda una serie de situaciones vistas en muchas oportunidades, al mismo tiempo, logra torcer una posible monotonía, por momentos, gracias al control de los tiempos y una utilización inteligente del fuera de campo para generar tensión. Terror real, el del crecimiento durante la niñez y el de las miserias adultas.
“La quinta” fue dirigida y escrita por Silvina Schnicer y contó con las actuaciones de Valentín Salaberry, Milo Lis, Sebastián Arzeno, Cecilia Rainero, Emma Cetrángolo. Integra la Competencia Internacional del 39° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.