Lo que está de moda es… probar

Mientras más veo desfiles y observo a las personas en la calle, más compruebo que la tendencia está, realmente (para los diseñadores tanto como para los ciudadanos del mundo), en la experimentación.

Esto no es casual, tiene que ver con muchos factores por lo que, en esta nota, me detendré a reflexionar un poco sobre tres aspectos que impulsan una búsqueda especial en los consumidores. Empecemos.

El acceso a la información

La generación millenial y la centennial, incluso la X, se encuentran conectadas a un dispositivo móvil desde el que pueden acceder a millones de referencias navegando por internet o -esta opción probablemente sea la más potente- invirtiendo tiempo en las redes sociales.

El poder de la imagen llegó para quedarse, ya sea que ejerza su hechizo por medio de la fotografía, el diseño o lo audiovisual. De manera que es casi imposible no dejarse influenciar, sobre todo si te interesa el tema e investigás un poco. Aunque esto signifique un bombardeo abrumador de contenidos que, en ocasiones, puede causar ansiedad.

Ahora bien, la inspiración no viene solo de personas reales (influencers, actores, actrices, modelos, etcétera) sino que se pusieron en evidencia referencias más particulares, debido a que la mayoría de los usuarios están dispuestos a compartirlas. Es decir, no solo muestran cómo lucen sino que trazan asociaciones estéticas directas con figuras extraídas de dibujos animados, series de TV, películas, videojuegos y libros. Claramente, los personajes en cuestión marcaron, de tal forma, la vida de estos sujetos, que terminan colándose en su guardarropa para después proyectarse en el espejo.

En algunos casos parece algo inconsciente, pero muchas personas generan, intencionalmente, publicaciones en donde se muestran imágenes que comparan sus looks con los de ese ídolo personal. Que valga hacer la salvedad, no necesariamente tiene que ser uno solo.

Tal es el caso de Alex, un joven estadounidense -más específicamente de la ciudad de Los Angeles- que se viralizó en el 2020 gracias a los outfits que compartió a través de sus cuentas de Tumblr y de Instagram llamadas @celestialyouth.

El chico se dedicó a reproducir la vestimenta de los personajes principales del animé «Sailor Moon». Pero también lo hizo con otros productos televisivos como «Salvado por la Campana», generando estilismos con una onda noventosa que sigue siendo encantadora. La iniciativa de Alex después fue replicada por otras cuentas digitales y se convirtió no solo en una posibilidad para usarse cotidianamente sino, además, en producciones de moda profesionales.

La economía

Otro factor que, prácticamente, obliga a las personas a vestir de una forma distinta a la dictada por la cultura mainstream es el poder adquisitivo. La imposibilidad de acceder a diseños de última tendencia potenció la venta de ropa usada que, generalmente, suele pertenecer a temporadas pasadas y que no necesariamente entra en la categoría vintage. Una denominación que únicamente adquieren los ítems con más de veinte años de existencia.

Dicha realidad creó un modelo de consumo circular en el que también participa lo reparado, lo heredado, regalado o encontrado. Sí, la calle también provee, por lo que muchos terminan adquiriendo una apariencia particular que, con el tiempo, se normaliza.

Lo bueno de esto es que no estamos hablando exclusivamente de moda sino del medio ambiente, de un modelo de consumo que realmente es positivo no solo para nuestros bolsillos y nuestra apariencia sino para el planeta. Sin embargo, sobre este tema profundizaremos en otra oportunidad.

Como muestra, botones

Un ejemplo concreto de esta capacidad para lograr estilismos interesantes desde la austeridad y una mentalidad resolutiva son las drag queens. Artistas que, con su imaginación y habilidades, pueden convertir abrigos viejos en vestidos fabulosos. Tenemos mucho que aprender de ellas, ya que sí, lo reitero, muchas no solamente diseñan sino que confeccionan sus propias fantasías.

Así lo demuestran personalidades como Raja, la ganadora de «RuPaul Drag Race» (temporada 3). Es una de las mejores a la hora de diseñar y materializar con sus propias manos -y utilizando materiales no convencionales si es necesario- looks que son de ensueño. Además, sigue la línea de pensamiento del director cinematográfico John Waters: «No necesitás diseñadores de moda cuando sos joven (yo omitiría el tema de la edad). Ten fe en tu propio mal gusto. Comprá la cosa más barata en la tienda de descuentos de tu localidad (…) usá la ropa de adentro para afuera, al revés, de arriba para abajo. No combines tus zapatos. Buscá un disfraz de Halloween y utilízalo como uniforme».

Este fragmento, relativamente parafraseado, pertenece a un comentario que el director hizo en una entrevista y que la artista compartió hace un tiempo en su cuenta personal de instagram @sutanamrull.

Para mí, la propuesta es completamente pertinente, porque nos invita a romper los moldes en épocas de crisis como las que vivimos. Generando una oportunidad para fortalecer nuestro espíritu e ímpetu creativo.

La identidad de género

Cada día es más evidente que muchas personas se están atreviendo a traspasar la barrera del género para profundizar en su identidad y construir una autopercepción menos estandarizada y coercitiva. Ya no es sorpresa encontrar hombres en las calles que usan maquillaje, faldas o carteras. Lo mismo en el caso de las mujeres. Cada una decide de qué forma prefiere presentar su propia idea de lo que es femenino o no, por lo que el género adquirió la definición de lo no binario. Una liberación que, claramente, va más allá de la ropa, pero que se vale de ella para resignificar y desarrollar nuevas estéticas.

Entoces, nosotros experimentamos. ¿Y ellos?

Los diferentes contextos sociales, culturales, económicos y políticos en los que nos desenvolvemos son un punto de partida para entender los fenómenos que ocurren en la vestimenta de todos. “Los ciudadanos de pie”, respondemos desde nuestras trincheras personales como podemos. Pero dichos fenómenos también tienen su repercusión en las pasarelas porque lo que ocurre en el mundo -y lo que nos pasa a todos los que habitamos en él- inspira la creación de conceptos que, continuamente, los directores creativos necesitan abstraer para diseñar sus colecciones.

Esta nota se concentró en las personas, pero analizar de qué manera lo están haciendo los diseñadores, es tema para un segundo encuentro.