Este jueves 3 de noviembre se encendieron los proyectores y comenzó la 37° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, único de Clase A en Latinoamérica y con el regreso a la presencialidad plena tras la pandemia de coronavirus.
La película de apertura, fuera de competencia y dentro de la sección Autoras y Autores, fue “Empire of Light” escrita, producida y dirigida por Sam Mendes (“1917”, “Road to Perdition”, entre otras).
La elección de este film no resulta azarosa si consideramos que se encuentra dentro del marco de un festival en el que se pone en valor al cine y la experiencia en salas, la ciudad costera de Mar del Plata y la crisis surgida en la industria como consecuencia de la aparición de las plataformas de streaming.
La historia comienza en 1980 en la Costa Sur inglesa, en el cine Empire, que tiene a Hilary (la siempre magnífica Olivia Colman) como gerente de turno diurno, el proyeccionista Norman (Toby Jones) y su dueño, el señor Hills (Colin Firth), como principales responsables del establecimiento. La llegada de un nuevo empleado llamado Stephen irrumpe en la monotonía y le ofrece a Hilary la posibilidad de rearmar su vida.
Hasta acá podemos disfrutar de un film direccionado hacia las relaciones entre personas y para con el cine, con un trazo sin prestar a confusiones o libres interpretaciones como el que Mendes acostumbra, pero justamente en la apuesta del realizador para incluir temáticas urgentes (salud mental, racismo y xenofobia) es donde “Empire of Light” se diluye. Afortunadamente, la maestría de Colman y un acertado pero un tanto tardío reencauzamiento terminan por regalarnos una película que rinde homenaje a mucho de lo que representa el cine, invita a revisionar y añorar algunas producciones célebres que quedan en nuestra retina, acompañan nuestras vidas y hacen a la historia grande de un arte que resulta difícil encontrar en la actualidad.
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