Este sábado 1° de marzo por la noche, el presidente Javier Milei inauguró las 143° Sesiones Ordinarias en un Congreso semivacío, donde en los 71 minutos de discurso dedicó la mayor parte de su ponencia a agredir opositores y elogiarse a sí mismo.
«El mejor gobierno de la historia», definió su primer año de gestión, el mismo que celebró la «motosierra» y los recortes del Estado en áreas relacionadas a la producción, la Educación, Salud, Ciencia y Tecnología, entre otras. «Cerramos 200 áreas del Poder Ejecutivo y echamos a más de 40.000 empleados públicos», festejó y aseguró que «la motosierra seguirá hasta que encuentre el final del Estado». Asimismo, tuvo al legislador Facundo Manes como uno de los objetivos de los ataques en su discurso.
«La gran mayoría del ajuste recayó sobre el sector público», aseguró, pero Chequeado reveló que «según datos oficiales, en 2024 al menos un 66% del total de los recortes tuvo un impacto directo en el sector privado, como por ejemplo el ajuste en jubilaciones y pensiones o en los subsidios a los servicios públicos, como la luz, el gas y el transporte. En tanto, el restante 34% tiene que ver con gastos del sector público, como las transferencias a provincias y universidades y el pago de sueldos. Los expertos consultados coinciden en que todo gasto del Estado, directa o indirectamente, termina impactando en el sector privado. Es decir que el ajuste al sector privado podría ser aún mayor al 66%».
«Empezamos a dar los primeros pasos para privatizar a todas las empresas públicas», manifestó el mandatario, que adelantó la profundización de sus políticas de ajuste que, según el propio Milei, dan como resultado «el plan exitoso hasta la fecha». «Desde abril que la economía no para de crecer», dijo entre tantas frases equívocas (cayó 1,8%), como que su gestión dio como saldo que «diez millones de personas salieron de la línea de pobreza», pero lo cierto es que la cifra real ronda los 2,1 millones. «Ustedes keynesianos no pueden parar de llorar», provocó en consecuencia con la expresión, frente a los jueces de la Corte Suprema, un grupo de legisladores del PRO y La Liberad Avanza y los gobernadores Jorge Macri (Ciudad de Buenos Aires), Martín Llaryora (Córdoba) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe), quienes aplaudieron cada una de sus intervenciones.
Precisamente, entre sus varias provocaciones hacia el arco opositor, afirmó que «esta zona se va a poner un poquito más violeta», en referencia a la bancada donde se ubica Unión por la Patria, a quienes tildó de «Unión por la Plata o no sé cómo se llaman ahora». Además, adelantó que intentará bajar la edad de imputabilidad a los 14 años y los migrantes extranjeros paguen los servicios que utilizan.
Al respecto del ámbito económico, Milei manifestó que «el Estado Nacional establecerá un piso mínimo para cada impuesto sustancialmente inferior al total actual y luego las provincias podrán elevarlo a su criterio, lo que indudablemente generará una competencia fiscal entre las provincias que dinamizará así sus economías» y dijo que las obras públicas «son un curro entre los políticos y los empresarios prebendarios», a las que definió como «falacias» junto a las políticas proteccionistas. «Estamos avanzando con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para sanear el Banco Central y salir del cepo cambiario este año», expresó.
En la misma línea, evitó referirse al escándalo internacional que lo implica en una estafa piramidal con criptomonedas, aunque en una afirmación se desprendió de dichas denuncias en su contra: «En los últimos 25 años la política, vía Banco Central, les robó a los argentinos 110 mil millones de dólares. Vengan ahora a hablar de estafa piramidal, dale».
Finalmente, cabe destacar la agresión física recibida por Manes, quien fue golpeado por el influencer libertador Fran Fijap e insultado durante toda la apertura de Sesiones Ordinarias por Santiago Caputo, alentado por el propio Milei, que ante cada improperio de sus seguidores hacía silencio y sonreía. También hubo tiempo para solicitarle a la vicepresidenta Victoria Villarruel que no se apure en el cierre, para terminar con su habitual «Viva la libertad, carajo».