Hace solo algunas semanas se estrenó en Netflix la miniserie «Bebé Reno» («Baby Reindeer»), creada y protagonizada por Richard Gadd y basada en su propia experiencia como víctima de una acosadora. Conforme pasaron los días subió la espuma eufórica entre quienes la vieron y recomiendan como una de las mejores del corriente año.
Una serie depende, en parte, de que sus espectadores dediquen una determinada cantidad de tiempo para completar la historia que se propone. Si el espectador abandona luego de algunos capítulos, la historia nunca fue contada, no pudo desplegarse en su totalidad. En ese sentido, últimamente aparece la idea de «maratonear» o «ver de un tirón» como un valor importante. «Bebé Reno» tiene eso, capítulos cortos e intensos que se digieren rápido, pero que algo sea fácil de ver no puede ser lo único que lo destaca. ¿Qué tiene esta serie de especial? Avisamos que pueden escaparse algunos spoilers a partir de acá.
Donny Dunn (Gadd) atiende en un bar, es un hombre opaco que vive en secreto los aspectos de su identidad que lo avergüenzan o le generan un conflicto interno: es un comediante frustrado, mantiene una relación amorosa con una chica trans y una situación de abuso sexual en el pasado aún lo atormenta fuertemente. En medio de su día a día, ya condicionado por todo esto, aparece Martha (Jessica Gunning) como una mujer inofensiva y triste pero que, muy rápidamente, se obsesiona con él a niveles problemáticos.
La invasión de Martha no implica únicamente un conflicto a lo «Misery» (Bob Reiner, 1990), porque la forma de inmiscuirse en su vida y lo impredecible de su manejo de la información ponen en riesgo de alterar todo lo que Dunn quiere mantener en el ámbito privado. Acá ya encontramos una búsqueda singular, porque pone el foco en el aspecto personal y emocional de un protagonista muy «imperfecto» en su proceder y con contradicciones que no ayudan a una empatía plena e incondicional con el personaje.
Donny Dunn se pregunta desde el inicio por qué le pasó esto a él y responde sobre sí mismo para entender su vulnerabilidad, su propia asimilación retorcida de los hechos y, de esta manera, podemos reflotar este debate dado por el feminismo desde hace ya tiempo sobre la idea de la «buena/mala víctima», una noción flotante sobre las personas valiosas de una sociedad que no merecen que les pasen cosas malas y por oposición las personas problemáticas o incómodas que son difíciles de «defender» en medios públicos, porque implica relativizar ciertos valores morales.
En ese marco, él es un poco eso, por momentos parece darle combustible a Martha, sentirse patológicamente complacido, se equivoca constantemente, hace lo contrario a lo que «hay que hacer». Y, aunque tuvimos grandes exponentes de antihéroes en la ficción, siempre que algo mezcla lo que es bueno y malo y navega por los grises genera debate, revuelo, fascinación. Hace pensar en algo desde una óptica distinta. Cuando una obra no se presenta como la verdad definitiva de un tema genera conversación y reflexión. Por eso hay personas que no soportan al personaje de Donny Dunn o discuten la representación de Martha.
Bueno, pero…
¿Es esta la mejor serie que vas a ver en tu vida? La verdad es que probablemente no. Más allá de su valor testimonial, «Bebé Reno» no presenta un desempeño lustroso por encima de la media de series buenas recientemente estrenadas. Esto no significa que sea lo opuesto: una serie mala, lo peor que se haya visto.
Solo para hablar del guion, es importante observar que a partir del cuarto episodio (son siete) el personaje deja de avanzar en términos dramáticos y queda envuelto en una serie de reiteraciones de todo lo que se contó antes: diálogos, flashbacks y el protagonista repitiendo los mismos errores sin parar, repitiendo las mismas reflexiones ya hechas hasta llegar a algún final posible.
También hay que reconocer la composición sí destacada y llena de matices de Martha por Jessica Gunning. La incorporación de texto en pantalla o el tratamiento de color más relacionado a la comedia en medio de un contexto oscuro y denso. Ni la mejor ni la peor, sería mucho más provechoso que «Bebé Reno» genere diálogos y análisis en lugar de este llamado al fomo (fear of missing out).