El consumo problemático de contenido triple X en la juventud es un problema que existe hace años, el cual creció bastante con la llegada de internet. Sin embargo, los medios de comunicación no suelen abordar esto con frecuencia, y así lentamente queda en el olvido, oculto. Es por esto que decidí hablar en esta nota acerca de este tabú.
Para empezar, la adolescencia es un periodo en la que los jóvenes tratan de encontrar su propia identidad, donde factores como la aprobación/presión social obtienen una mayor consideración. Como plantea Erik Erikson, psicólogo y psicoanalista germano-estadounidense, por el rápido desarrollo de los genitales, los individuos ponen en duda todos los conocimientos adquiridos hasta el momento, de aquí surge la búsqueda del yo, y las páginas de contenido pornográfico afectan negativamente al desarrollo de este.
Durante la pandemia, el consumo de contenido digital creció exponencialmente, incluyendo el contenido para mayores de edad. La pobre verificación de edad que poseen las páginas de estos videos facilita el acceso de menores de edad, y es por esto que en este periodo aumentó terriblemente la cantidad de jóvenes que lo observaban, para convertirse en un problema.
Según una encuesta presentada por la ONG Save the Children, titulada “(Des)información sexual”, asegura que el 54,1% de los adolescentes piensa que la pornografía les da ideas para sus propias experiencias sexuales, y que un 54,9% le gustaría poner en práctica lo visto. El estudio entrevistó a 1.753 jóvenes cuyas edades variaban entre los 13 y 17 años, revelando que el 62,5% de estos accedió, al menos una vez, a este tipo de videos. En el caso de los chicos fue de un 87,5%, mientras que en el caso de las chicas solo fue de 38,9%. Con estos resultados, se puede pensar que el consumo pornográfico a nivel adolescente se frecuenta mayormente en los hombres.
Además, el estudio alerta que la fácil accesibilidad al contenido pornográfico afecta de forma negativa al desarrollo de los jóvenes, quienes suelen crear conductas sexualizadas problemáticas y cierta predisposición al coito desde una edad temprana, además de generar desapego a causa de un sentimiento de “culpa”, haciendo que sean más introvertidos. El consumo excesivo de estos videos y estas conductas suelen terminar en un círculo vicioso, generando una dependencia del individuo, sin importar su edad.
Algo que me pareció muy interesante para incluir en este artículo es un reto que realizan los adolescentes que se llama “Septiembre sin Fap”. En este desafío, los adolescentes tratan de no masturbarse durante ese mes, dándose “rangos” según cuántos días puedan aguantar sin tocarse.
Estos títulos son los siguientes
(0 – 2 días) – Soldado.
(3 – 4 días) – Cabo.
(5 – 6 días) – Sargento Tercer.
(7 – 8 días) – Segundo Sargento.
(9 – 10 días) – Primer Sargento.
(11 – 12 días) – Subteniente.
(13 – 14 días) – Asp. La Oficial.
(15 – 16 días) – Teniente Segundo.
(17 – 18 días) – Primer Teniente.
(19 – 20 días) – Capitán.
(21 – 22 días) – Mayor.
(23 – 24 días) – Coronel.
(25 – 26 días) – General.
(27 – 28 días) – Rey.
(29 – 30 días) – Monje.
Por suerte, existen terapias para lidiar contra la adicción al contenido, tales como la Educación Sexual Integral (ESI), controles parentales y ayuda profesional. Estas herramientas sirven para luchar contra el consumo problemático de esta clase de videos, aunque no es suficiente. La única manera de luchar contra esta problemática es la concienciación a nivel mundial y, para eso, los medios deberían tocar este tema con mayor frecuencia.
Artículo elaborado especialmente para puntocero por Maku Martínez en el marco de las Actividades de Aproximación (ACAP) al mundo del trabajo, de los estudios superiores y la formación de ciudadanía.