Quirón, el que sana nuestras heridas

Quirón (o Chiron) es el hijo que tuvo Saturno con una oceánide llamada Filira, por lo tanto, pertenece a la misma generación de los Olímpicos y, además, es medio hermano de Zeus.
Para explicar su doble naturaleza (mitad humano y mitad caballo), cuenta la mitología que Saturno se tuvo que convertir en un caballo para poder copular con Filira, de ahí tal aspecto físico. Cuentan las crónicas que era inmortal, sabio, consejero de los héroes, buen amigo y benévolo… salvo en ocasiones cuando se encontraba con otros centauros y tomaban toneles de vino, lo que provocaba la manifestación de su naturaleza instintiva. Esa misma naturaleza doble le confería el poder de acceder al mundo de los dioses como al mundo de los mortales, de ahí que era maestro de la guerra y de la curación, dos artes muy antagónicas (una mata y la otra salva). Otra ambigüedad que lo caracterizaba es que fue herido accidentalmente por Hércules, su discípulo, lo que le dejó una llaga tan profunda que aunque era Maestro de Maestros en el arte de la curación, como paciente no se podía aliviar y era tal el sufrimiento (porque era inmortal) que decidió retirarse a una cueva con el anhelo de morir. Un día Prometeo le pidió cambiar su condición de mortal por la de Quirón, que era inmortal, y este accedió.
Entre sus discípulos se encuentran Esculapio, padre de la medicina; Aquiles, al que instruyó en medicina y en el arte de la guerra; Jasón, Eneas y Medeo.
¿Qué nos enseña Quirón?
Todas las artes, y también es el gran instructor. Su padre, Saturno, en una carta natal también es el gran mentor. Mientras que este hace madurar a las personas a través de las experiencias de la vida y saca todo aquello que no nos sirve, Quirón confiere la maduración de la experiencia, en la medida que somos conciente de ello, con Quirón somos pacientes y médicos de nuestros estados, sufrimos mientras estamos enfermos, pero por medio de brebajes emocionales podemos tomar la medicina que nos cure.
Si no queremos reconocer el dolor emocional que nos afecta, entonces el padre de Quirón (Saturno) toma en sus manos el problema y este, por lo general, no coloca anestesia sino que hace lo que debe hacer sin piedad.
Quirón es un gran resiliente, porque desde que nació tuvo que lidiar con el abandono de una madre que se sentía avergonzada por el aspecto de su hijo. Además, padeció la ausencia de un padre a quien lo único que le importó fue atrapar a Filira y yacer con ella.
La resiliencia es la capacidad de afrontar el peligro y adaptarse bien a las crisis de la vida. Estos impactos emocionales, como puede ser la pérdida de un ser querido, ser abandonado, perder lo que más amamos, tiene como consecuencias sentir una gran inseguridad en nuestro entorno y en nuestro medio, porque todo lo construido o adquirido es despojado en forma sorpresiva. Si la persona que padece estos golpes del destino sale adelante y vuelve a empezar es un ser resiliente y Quirón, entonces, hace su trabajo en forma satisfecha como médico espiritual.
A Quirón lo tenemos que trascender mas allá de su físico. Él consta de tres partes: la animal, la humana, el arco y la flecha. Lo más refinado de Quirón es justamente el arco y la flecha, la postura de arquero que necesita que toda esa parte instintiva (mitad caballo) esté bien afianzada en la tierra para que su cuerpo humano levante las manos, tense el arco y dispare la flecha hacia objetivos precisos y certeros. La flecha hacia el cielo es la capacidad y el anhelo de estadios superiores de comprensión y visiones que están mas allá del cielo y la búsqueda eterna del saber en el Universo.
Cuando nos ponemos en sintonía con Quirón, él nos prepara para que seamos nuestro propio héroe, para recorrer el camino de las pruebas, para que nuestro potencial se active y se muestre, para que seamos maestros de la vida y sanemos las heridas internas a través del maestro que nos guía: nuestro ser interno.

Un comentario sobre “Quirón, el que sana nuestras heridas

Los comentarios están cerrados.