Ray «blue eyes»

El 26 de mayo, la noticia del fallecimiento de Ray Liotta provocó un cimbronazo en el mundo del cine. Como cada muerte repentina, la sorpresa embarga a la razón y, en el caso de Liotta, es todavía más profundo.

Sin ser un actor popular, ni estar en el candelero de la industria, su figura está arraigada en el corazón de los que descubrieron su nombre en «Buenos muchachos», en el papel de Henry Hill. En esa película de Martin Scorsese, el actor -para entonces con solo tres créditos cinematográficos- compuso un «tour de fource» que le exigía estar en casi todas las escenas. Tras ese papel consagratorio y único en su carrera, el encasillamiento en roles de villano le llegó casi sin aviso. Durante la década del 90′, una de las pocas posibilidades para explorar otra clase de personajes fue «Corrina, Corrina» (1994) de Jessie Nelson, allí interpretaba a un empresario que buscaba una niñera para cuidar a su hija, quien perdió el habla después de la muerte de su madre.

En 1996 le llegaría un protagónico en la oscura «Recuerdos mortales» de John Dahl junto a Linda Fiorentino (para más década del 90′). Su participación lo supo poner en un desafío al representar el papel de un médico forense que investigaba el asesinato de su esposa, gracias a la aparición de una droga experimental que reproducía los últimos momentos de una víctimas. Este hombre se encabalgaba en los márgenes de la razón y en el bajo mundo de una ciudad. Por esas cuestiones de los derechos de las películas, «Recuerdos mortales» no tuvo una pasada decente en los canales de televisión ni tampoco tuvo una segunda vida con ediciones en algún formato físico. Un par de años más tarde se puso en la piel de Frank Sinatra para «The Rat Pack», una película para televisión de HBO y participó, además, en el drama policial «Tierra de policías» de James Mangold, con quien también hizo el thriller «Identidad».

Otro de sus roles más destacados fue «Narc: Calles peligrosas» de Joe Carnahan junto a Jason Patric, allí era Henry Oak, un policía de la «vieja escuela» con una herida sin cerrar y dispuesto a todo para encontrar al asesino de su compañero. Un policial intenso de interiores, tensiones claustrofóbicas y actuaciones hipérbolicas. También demostró aptitudes para la comedia en la olvidable «Las estafadoras» y en apariciones en capítulos de «Just Shoot me!» y «Padre de familia».

Cuando el fantasma del «directo a vídeo» comenzó a rondar por su carrera, los roles esporádicos en películas menos comerciales pero no menos interesantes se hicieron presentes: «The Ice Man», «El lugar donde todo termina» y «Matalos suavemente» fueron algunas de sus últimas grandes presencias. La serie «Shades of Blue», junto a Jennifer López, lo ubicó nuevamente en un rol principal y le dio, en cierta forma, la posibilidad de explorar otros personajes como el abogado en «Historia de un matrimonio», un mafioso de un estirpe diferente en «Los santos de la mafia» (la precuela cinematográfica de «Los Soprano»). También regresó a la comedia en «Hubbie Halloween» con Adam Sandler y un pequeño rol en «Ni un paso en falso» de Steven Soderbergh.

La desaparición física de Ray Liotta no deja la idea de una carrera trunca, aunque sí una estela inconclusa para ver qué es lo que podría haber dado en los siguientes años su presencia única en pantalla. Ese joven exconvicto de «Algo salvaje» (su primera aparición en cine) de Jonathan Demme ya mostraba esa frescura que irrumpía siempre en las películas que lo tenían, así fuese tan solo por un puñado de minutos. Cuenta Demme que fue Melanie Griffith quien sugirió a Liotta para el papel de Ray Sinclair, ya que ambos estudiaban actuación en la misma clase. Algún día también deberíamos revalorizar la carrera de Melanie, como se comenzó a hacer hace algunos años con este enorme intérprete de ojos azules (o tristes, según una mala traducción).