Reflexión acerca del mal

El cine de terror había caído últimamente en los formatos estereotipados que, tal vez por decisiones comerciales, repetían una y otra vez los mismos esquemas que denotaban una falta de creatividad y una renuncia al riesgo creativo.

«The Vigil», ópera prima de Keith Thomas del año 2019, aquí absurdamente traducida como «El Exorcista del Demonio», rompe el esquema y se enfoca en la historia de un joven judío (Dave Davis) que deja de ser religioso ortodoxo por un doloroso episodio familiar que lo obligó a replantearse su estilo de vida, cuando es convocado por el Rabi de la Comunidad a custodiar (de ahí el título original) el cadáver de un hombre que acaba de fallecer, siguiendo el rito de la ortodoxia.

Centrándose en la función encomendada, Yakov Ronen (tal el nombre de su personaje), debe pasar toda la noche con la compañía del difunto y, si bien la mecánica de la narrativa del relato podría aparecer como clásica y repetitiva, lo simbólico adquiere aquí una gran importancia.

El mal que se cuela en este oscuro departamento y amenaza a nuestro protagonista con quitarle el aliento, es la representación del terror histórico del pasado que el fallecido no pudo elaborar, pero no un terror inasible o fantástico sino el de la guerra en toda su dimensión y crueldad.

De alguna manera, las pérdidas que el fallecido Litvak no pudo elaborar en vida, se conjugan con la absurda muerte de un familiar de Yakov que, al igual que su custodiado, nada pudo hacer para evitar, y es tal vez en ese momento en el que la conciencia se apodera de los cuerpos, que este joven puede entablar con el cadáver, la conexión más emotiva de la que se tenga registro.

Con un gran despliegue de detalles acerca de la comunidad religiosa de Brooklyn y un buen desempeño actoral de Davis, «El Exorcista…» se erige como un producto potente sobre la entidad del mal.