Un funeral

Noche primaveral en la Ciudad de Buenos Aires. Clima de oro que invita a salir a disfrutar. Esa es la «carta más fuerte» de los sábados de cielos azules. Paradójicamente, esta vez decidimos adentrarnos en el complejo Ítaca para presenciar la obra «Funeral de los objetos», escrita por Nicolás Manasseri y Fernanda Provenzano.

Antes que todo termine, lo primero que se debe advertir al espectador es que concurra con tiempo y ya cenado. Sucede que el espectáculo dura 1 hora 45 minutos. Parecen más, pero esa es la duración. En segundo lugar, para aquella persona que concurra con hambre y no haya seguido la indicación previa, es posible que experimente un grado de serotonina bajo, ya que este funeral de los objetos es, además, tristemente predecible. Es decir, si usted asiste con ganas de cenar y ve que hay seis actores que están despidiéndose de su objeto, claro está que desde que el primero cumple su misión, restan otros cien minutos hasta que los otros integrantes terminen de hacer lo mismo. Con esos datos concretos, ya puede ir calculando cuándo termina la obra. Una experiencia por demás sensorial entre cuerpo y mente.

La tercera advertencia es que los artistas cuentan su relación con el objeto a través de una canción cada uno, claramente. La última que se escucha sobre el amor de la pareja del paciente que, como si fuera poco, la atropellaron, no tiene desperdicio para el minuto 100. Volviendo a lo conceptual, no llega a ser un musical, pero la parte más nodal se cuenta de esa manera y eso distancia un poco.

Resulta todo tan relativo. La noción del tiempo y lo conceptual del arte, la falta de una trama sólida, que mantenga la tensión y el interés durante la función, pero a la vez con una impecable puesta de luces pocas veces vista. Era fácil sentirse absorbido por la atmósfera que estas recreaban en conjunción con el uso del humo que tan bien idearon Phepandu, Nicolás Manasseri y Fernanda Provenzano. Continuando con lo meritorio, si de ficha técnica se trata, Nahuel Tamargo en guitarra y Facundo Cicciu en el piano hicieron su magia al tocar los instrumentos en vivo. Un complemento perfecto para esa puesta en escena.

En resumidas cuentas, «chapeau» para la escenografía, luces y sonido que tanto se destacaron en la historia donde ya todos conocemos su final y, claramente, se pudo prever desde los inicios -de la obra también-.

La obra está en el complejo Ítaca (Humahuaca 4.027) los días sábados a las 21 horas en el barrio de Almagro. Podés seguirlos en @elfuneraldelosobjetos.ok y @phepandu en Instagram.