Histórica, urgente… y vigente

«Se han reavivado algunos fuegos en algunas latitudes y, en ese sentido, pareciera que el mundo no tiene memoria», dice Ricardo Darín en la conferencia de prensa de «Argentina, 1985». Es que la película que se puede ver en cines desde este jueves 29 de septiembre dialoga indefectiblemente con la más urgente actualidad política y lo hace en términos amplios.

Se trata de la quinta película en solitario de Santiago Mitre, que ya había estrenado «El Estudiante» (2011), «La Patota» (2015), «La Cordillera» (2017) y «Pequeña Flor» este mismo año. El hecho histórico que recoge aquí es el del Juicio a las Juntas que se dio en el año 1985 y toma como protagonista a Julio Strassera (Ricardo Darín) en el camino de investigación y acusación de nueve militares: Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya.

La historia se desdobla entre una rigurosidad para recrear ciertos momentos del hecho histórico en rigor de su valor emocional y una libertad creativa para el desarrollo de la intimidad de los personajes. El eje de este desdoblamiento está en el personaje de Strassera, construido en dos partes: el de la esfera pública, el fiscal y el del interior de su hogar, padre, esposo.

Y es en estas dos caras que se sostiene un balanceo del humor al silencio y viceversa. El Strassera íntimo, lleno de miedo y torpezas, que no quiere que esa causa «papa caliente» caiga en sus manos se ve rodeado de una familia contenedora y valiente que ya decidió que él puede con eso y lo van a empujar en su deber, y aquí aparece mucho del humor de la película: notablemente un humor tierno.

El Strassera fiscal es el que recopila los relatos de la crueldad en un ambiente de aguas aún turbias y peligrosas, donde se depositan los momentos de mayor tensión y tragedia. El fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), es un personaje nexo entre estos dos mundos, comparte lo íntimo y lo profesional de modo tal que las conjugaciones de humor y tragedia son válidas a través suyo en igual medida. Si bien el personaje que encarna Lanzani tiene un gesto intranquilo, mantiene una plasticidad funcional a cualquier momento tonal de la película.

En términos políticos, la película atiende varios frentes pero no homogeniza los conflictos para simplificar «el mensaje». Hay atención en cuidar cuándo y cómo es inflexible, pero también hacia dónde va a proponer un cuestionamiento con una ventana optimista. Susana Pampín interpreta a la madre de Moreno Ocampo y encarna un ejemplo de esto: una dura crítica a la clase media fríamente devota de las instituciones, sobre la cual se deposita el desafío de si será posible o no generar una reflexión, esta es básicamente la pequeña batalla que encara Moreno Ocampo.

También sella una contraposición entre los adultos y la reluciente juventud. Por los primeros contemplando que esos hombres y mujeres mayores transitaron la historia como sujetos activos y aquello habilita el preguntarse de qué manera lo hicieron y si hay una construcción posible de futuro sano, democrático y pacífico con ellos. Y sobre la juventud como ese espíritu libre de ataduras y de favores sucios que puede proyectar algo desde el deseo más genuino. Este punto es uno de los que puede trazar una reflexión hacia el presente más reciente, donde emergieron algunos focos de juventud que reivindican la violencia y la desigualdad. Esto invita a repensar cómo ejercitamos la memoria y la reflexión, un bien escaso.

Otra cuestión es la forma en la que ubica un puñado de tendencias partidarias diversas que trabajan juntas por un bien común, esto no lo subraya gruesamente como un panfleto por la unión sino que acentúa el compromiso con la democracia como algo enorme y ante lo cual las disputas partidarias le quedan chiquitas, pues asume que ese valor es, o debería ser, compartido. Y darlo por sentado es, de alguna manera, sentenciar una postura política fuerte de parte del autor.

Esta enorme producción tiene detrás a La Unión de los Ríos, Kenya Films, Infinity Hill y Amazon Studios, esta última además alojará en su plataforma la película dentro de algunas semanas, pero los cines que decidan continuar proyectándola podrán hacerlo. Sobre este punto se hace presente una vez más la puja por la ventana de exclusividad que exigen algunas cadenas y la inflexibilidad de las plataformas (y de las salas también) para generar acuerdos que favorezcan a que más personas puedan acceder a la experiencia cinematográfica. Pero bueno, lo cierto es que igualmente son muchas las salas que van a proyectar esta película en relación a otros casos donde la pérdida de la experiencia en salas fue mucho mayor.

Los productores de «Argentina, 1985» son Axel Kuschevatzky, Federico Posternak, Agustina Llambi Campbell, Ricardo Darín, Santiago Mitre, Santiago Carabante, Chino Darín y Victoria Alonso. A cargo de la producción ejecutiva se encuentran Cindy Teperman y Phin Glynn. Sobre Victoria Alonso, ella es presidenta de producción física y postproducción, efectos visuales y animación de Marvel Studios y, según contaron en la conferencia de prensa, no solo hizo anotaciones de guion y de montaje sino que, además, tuvo enormes aportes en términos de herramientas técnicas, lo cual hoy significa que para esta película se trabajó la posproducción de sonido en el Rancho Skywalker o que sea parte el compositor Michael Giacchino.

Cualquier aspecto técnico merecería una respectiva mención, pues esta obra es enorme por todos lados, probablemente el nombre de Santiago Mitre y el de Ricardo Darín sean los más resonantes y no es para menos, si no dimensionamos lo que significa Darín para nuestro cine con esto… yo ya no sé. Pero también hay que resaltar que hubo un trabajo de coescritura con Mariano Llinás («La Flor», «Historias Extraordinarias»). Santiago Fumagalli en el diseño de sonido, la fotografía de Javier Juliá y el cuidado en los efectos especiales y la ambientación de época.

Finalmente, no puede omitirse el destacado elenco que encarna personajes complementarios perfectos en su rol como Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi, Norman Briski, Héctor Díaz, Claudio Da Passano, Walter Jakob, Laura Paredes, Paula Ransenberg y el pequeño gran Santiago Armas Estevarena.