Un laberinto agónico

David Sheff es un escritor y periodista estadounidense cuyos artículos se publicaron en prestigiosos diarios y revistas como The New York Times o Rolling Stone. Su libro «Beautiful Boy: A Father’s Journey Through His Son’s Addiction» y el escrito por su hijo Nic Sheff, llamado «Tweak: Growing Up on Methamphetamines», fueron la base para el guión de la película «Beautiful Boy», dirigida por Felix van Groeningen.

Este film narra el ciclo de un joven adicto y su padre en el camino de la recuperación. Con tiempos vertiginosos que viajan entre el pasado y el presente, revela el problema incipiente tanto como el culmine desastre.

Steve Carell es hilarante cuando interpreta papeles cómicos, es su fuerte indiscutible. En este caso se vuelca hacia el drama y convence. Su personaje, David Sheff, es un padre que crió en soledad a su hijo con dedicación absoluta y sin perder un gramo de dulzura.

¿Qué pasa cuando todo se derrumba?

Este padre entra en una vorágine incontrolable: sabe que su hijo se dirige hacia la autodestrucción y, pese a cualquier voluntad de ayudarlo, debe asumir que es un camino de no retorno. Para entenderlo debe pasar por la angustia, la preocupación, el hartazgo e, incluso, la resignación.

Timothée Chalamet es Nic Sheff, el fuerte centro donde canaliza todo, un chico que se muestra débil y sensible que, en la experimentación con distintas drogas, cae en un pozo del que no puede salir. La intención de la película es mostrarnos que no va a poder salir nunca, y que la lucha será «un día a la vez» para siempre. La actuación de Chalamet sostiene la historia entera porque sin su participación pasaría sin pena ni gloria. Sin dudas, como ya había demostrado en «Call me by your Name», surgió como uno de los grandes talentos de la actuación que ya es garantía de calidad y que se prevé un futuro increíble para su carrera.

Lo más flojo de este estreno es la musicalización, errada y contraproducente al punto que logra ser lo que nos salva de un mar de lágrimas por lo fuerte que desentona, con alguna salvedad. Si uno logra aislarse de la música y se concentra en las situaciones encontraremos muchos detalles valiosos que, quizás, pasen más desapercibidos pero que pueden lograr hacernos sentir mucho y conectarnos de verdad con lo que la película nos quiere hacer sentir.

De esta manera, «Beautiful Boy» está conformada por buenas actuaciones, fibras sensibles y una narración liviana que es más agradable que profunda.