31 años después del «Bocha»

La tarde del 5 de mayo de 1991 no fue una más para el mundo Independiente, que estaba «dulce» después de vivir las dos mejores décadas de su riquísima historia. Pero ese maldito 5 de mayo sufrió un golpe inesperado del cual se cumplen ya 31 años y por el que todavía quedan algunas secuelas.

El “Rojo” recibía a Estudiantes de La Plata por la fecha 11 del Torneo Clausura de dicho año y los hinchas iban llenando las tribunas de la antigua «Doble Visera», ilusionados y felices de ver, por sobre todas las cosas, una nueva función de Ricardo Enrique Bochini, para ese entonces ya consagrado como el máximo ídolo de la historia del club, que seguía deslumbrando a todos con su fútbol a los 37 años mientras transitaba los últimos momentos de una carrera maravillosa que tenía al final merodeando de cerca. Lo que nadie sabía -ni siquiera el mismísimo Bochini- era que esa tarde ante Estudiantes jugaría su último partido como profesional. Ya nada sería igual después de ese día. Ni para el fútbol ni para Independiente.

A punto de finalizar el primer tiempo, el “Bocha” recibió una pelota de espaldas al arco del “Pincha” pasando un poco más de la mitad de la cancha. Quiso girar para encarar hacía adelante, buscando el gol, como lo hacía desde su debut en Primera División. Pero esta vez ocurrió algo distinto a lo que pasaba habitualmente, que sorprendió a todos los presentes en el estadio: lo frenó una patada, de las pocas que recibió en su carrera, ya que tenía el arte de esquivarlas. El autor fue Pablo Erbín, un aguerrido defensor que podía jugar de central tanto como de lateral por izquierda, que con un patadón a la altura de la rodilla derecha cortó no solo el avance del 10 rojo y su participación en el encuentro sino, también, su carrera. El árbitro Manuel Jácome no dudó y expulsó al agresor ante semejante infracción, aunque para los simpatizantes del “Rey de Copas” esa sanción no era suficiente.

Terminado el encuentro (1 a 1 fue el resultado, aunque terminó siendo anecdótico) los hinchas fueron hasta el vestuario visitante para vengarse del trato que había recibido su ídolo, y quisieron ajusticiar a Erbín, que tuvo que escaparse del estadio en un patrullero. Y eso que todavía no sabían que Bochini no jugaría más después de eso, porque si no la represalia hubiese sido mucho mayor. De lo que no hay dudas es que, desde ese momento, el defensor que supo pasar por Boca Juniors y River Plate sería una especie de «enemigo» para la parcialidad del conjunto de Avellaneda, que nunca pudo sanar esa herida.

Finalmente, esa patada derivó en una distención de ligamentos para el “Bocha”, lo que llevó a que adelantara la idea que ya tenía en mente: colgar los botines. Tiempo después, él mismo declaró que no se retiró por esta patada criminal sino que ya lo tenía meditado y esto fue lo que lo terminó de decidir, pero quedó marcado en la historia que ese 5 de mayo de 1991 fue la última función del “Rey Mago zarateño” por culpa de Pablo Erbín, y eso no se borrará jamás de la memoria de los hinchas de Independiente.

La despedida formal se realizó casi 7 meses después, el 19 de diciembre de 1991 ante una «Doble Visera» repleta, que sabía que sería la última vez que vería salir por la boca del túnel a su máximo héroe. El hombre más grande que alguna vez vistió la casaca roja decía adiós y con él se iban 19 años de los más gloriosos de la historia del “Rey de Copas”, que incluyen 714 partidos y 13 títulos. Dejó un vacío enorme, y nada volvió a ser lo mismo sin él. Es una pérdida de la que Independiente aún no se pudo reponer, y sacando algunos periodos específicos (como los de 1994/1995 y 2017/2018), se vio inmerso en una mediocridad que es inusual para un club de semejante envergadura. Son 31 años después del «Bocha» y todavía la herida que dejó Pablo Erbín no termina de cicatrizar. Porque no hubo ni habrá alguien como Ricardo Enrique Bochini.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Matías García.