Así como cada uno de nosotros debemos decidir qué hacer con aquello que nos fue dado (intereses, capacidades, talentos, debilidades y falencias), la sociedad y sus gobiernos van decidiendo cómo usar la tecnología. Sabemos que el derecho sigue al hecho, por lo cual tenemos, a nivel mundial, legislaciones que intentan adaptarse a las nuevas posibilidades existentes. Todo avanza pero en algún punto retrocedemos, porque parece que lo único seguro es hablar cara a cara y a puertas abiertas.
Se descubrió que el gobierno de Estados Unidos espiaba a la canciller alemana Angela Merkel, incluido su teléfono celular personal. El diario alemán Bild am Sonntag informó el 27 de octubre que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, no solo estaba al tanto del espionaje llevado a cabo desde 2010, sino que lo pidió explícitamente. El periódico alemán citó a Keith Alexander, director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), quien asegura: “Obama no frenó entonces la acción, sino que dejó que siguiera adelante”. Además, la información captada no seguía el circuito habitual. Es decir, que en lugar de ir a la central de la agencia en Fort Meade, iba directo a la Casa Blanca. Otro dato: los agentes de la NSA colaboran con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Obama negó el hecho y adjudicó tener una excelente relación con Merkel. Lo cierto es que el teléfono de la mandataria había sido “pinchado” con anterioridad en 2002. La prensa que sostiene esta idea asegura que en ese momento el hecho se relacionaba con la negativa alemana a participar en la guerra contra Irak. Por su parte, y en representación norteamericana, el vocero Jay Carney afirmó: «Estados Unidos no está monitoreando ni monitoreará las comunicaciones de la canciller». También afirmó que actualmente investigan las denuncias recibidas por Alemania, Francia y Brasil.
Las reacciones alemanas no se hicieron esperar. «Espiar es un delito y los responsables deben responder por ello. Si los estadounidenses pincharon teléfonos en Alemania, infringieron la ley alemana en territorio alemán, lo que supone violar nuestra soberanía y resulta inaceptable», advirtió el ministro alemán de Interior, Hans-Peter Friedrich.
Brasil se suma a los casos de Alemania y Francia, que también denunció haber sido víctima de espionaje. La prensa francesa difundió que se espiaron 70,3 millones de llamadas y mensajes electrónicos. La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, ya había suspendido una visita oficial que tenía programada a Washington al enterarse que había sido espiada por la NSA y no haber recibido explicaciones suficientes.
Colombia también había pedido explicaciones a Estados Unidos por el supuesto control y escuchas. Por su parte, la Jefa de Estado brasileña volvió a catalogar como «inadmisible» la práctica del gobierno estadounidense y remarcó el carácter de ilegalidad de la misma. Asimismo, insistió en la necesidad de una normativa global en internet.
Diplomáticos brasileños y alemanes se reunieron en New York y están elaborando un proyecto para presentar en Naciones Unidas el próximo 1° de noviembre a fin de garantizar la privacidad en internet. Se busca poner un límite al espionaje cibernético de Estados Unidos y esta iniciativa ya cuenta con el apoyo de otros países (información que fue divulgada por el diario Correio Braziliense y la agencia de noticias ANSA).
Sin dudas, vivimos el primer capítulo de una historia más extensa.
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