Con el FMI adentro

Con el objetivo de controlar y revisar de primera mano la evolución de las metas de déficit y expansión monetaria cero, dos de los aspectos acordados entre el organismo de crédito y Argentina, el Fondo Monetario Internacional (FMI) instalará una oficina en Buenos Aires, más precisamente en el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
El hombre del Fondo encargado de dirigir esta oficina será el economista jamaicano Trevor Alleyne, quien es funcionario del organismo desde hace 25 años y que está a cargo del Departamento del Hemisferio Occidental. Cabe recordar que esta delegación se había cerrado en 2012, tiempo después que el kirchnerismo hubiera cancelado la deuda con la entidad financiera.

«Es normal»

Ante el anuncio, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aseguró que es «normal que haya un representante residente en los países donde hay un programa», y remarcó que «transitoriamente va a tener una oficina en el Banco Central y, seguramente, luego de un periodo de transición tendrá una afuera del BCRA». Sin embargo, las 70 representaciones del Fondo están en países con deudas millonarias y se encuentran en una situación económica compleja pero no todos cuentan con un programa financiero.
Durante este año el gobierno de Mauricio Macri le pidió al FMI 57 mil millones de dólares, de los que 15 mil millones ya se utilizaron. Se está a la espera del desembolso de unos 13.400 millones antes de fin de año. Eso significa que casi mitad de lo pedido será utilizado solo en 2018. Para que se activen los giros restantes se está a la espera de la discusión y revisión del acuerdo original, un último paso formal para que se autoricen los desembolsos. En 2019 se recibirán 22 mil millones y el resto serían para el 2020, según las previsiones del Fondo.
En los últimos días el organismo señaló que Argentina tendrá una contracción económica del 2,6% y que en 2019 la caída será del 1,6%. Además, pronosticó una inflación del 31,8 por ciento para este año y un número similar para el próximo, a raíz de la devaluación de un 50% del peso frente al dólar.