De goleadas, batacazos, mitos y justicia

Todos los partidos esconden historias y los cuartos de final de Champions League no fueron la excepción. Una lluvia de goles para Bayern Munich, la sorpresa de Olympique Lyonnais, el equipo galo que cortó con la maldición y el castigo a la especulación. Entre alemanes y franceses decidirán quiénes jugarán la final del torneo continental más importante del mundo.

La máquina de Munich

Bayern Munich escribió un capítulo aparte en la historia del fútbol de este milenio. Humilló a Barcelona, lo puso en ridículo y le dio una lección de fútbol, justamente al mayor exponente de la última década. Fueron ocho goles y pudieron ser diez.

El 8 a 2 final el viernes refleja lo que se vio en el campo de juego: los alemanes fueron una verdadera máquina y su rival un puñado de individualidades que, al parecer, cerraron un ciclo de la peor manera posible. Nadie esperaba este resultado (es cierto), esa diferencia abismal entre lo que propuso uno y el otro.

Thomas Müller abrió la cuenta a los tres minutos de juego, cinco más tarde David Alaba en contra empató las acciones. Cuando todo parecía indicar que iba a ser un partido parejo, los germanos despejaron cualquier tipo de duda y terminaron el primer tiempo con un contundente 4 a 1 a favor por los goles de Ivan Perisic, Serge Gnabry y, nuevamente, Müller.

El complemento arrancó de la misma manera en la que terminó la primera mitad, con los alemanes como protagonistas. Sin embargo, Barcelona descontó con un golazo de Luis Suárez. Llamativamente, eso fue lo último de los catalanes en el partido. Bayern Munich se volvió a enojar por recibir un gol en su arco y decidió aplastar a su rival: Joshua Kimmich, Robert Lewandowski y Phillippe Coutinho (ex Barsa), por duplicado, fueron los autores del pase a semifinales y marcar el fin de una era del «culé».

Corazón de Lyon

El poderoso suele imponer las condiciones y cumplir con su objetivo, sin importar el camino para la concreción del mismo. El «cómo», muchas veces, queda relegado a un segundo plano. Pero en el fútbol, además de ser poderoso, hay que jugar bien para conseguir los resultados deseados.

Esa fue la historia este sábado entre Lyon y Manchester City. Los ingleses eran claros candidatos para lograr el pase a semifinales por poderío, funcionamiento y nombres propios. Sin embargo, Lyon fue protagonista con humildad, laburo y planificación. No fue casualidad que se haya quedado con el partido.

Maxwell Cornet abrió el marcador para el elenco galo, que mantuvo la diferencia hasta la media hora del complemento, donde apareció Kevin De Bruyne para empatar las acciones. Era el mejor momento de los ingleses, pero Moussa Dembelé gritó por duplicado para dejar sin Champions League a los ingleses y poner a su equipo entre los mejores cuatro del continente europeo.

Adiós karma

En los últimos años, Paris Saint-Germain se convirtió en habitual motivo de burla a la hora de hablar de un equipo que no tiene el «carácter» suficiente para afrontar etapas decisivas de un torneo o, simplemente, por perder partidos de manera insólita. En el barrio se los conoce como «pechos fríos» o «PecheGe».

Llegó el turno de enfrentar al sorprendente Atalanta, equipo del norte de su país que cuenta con los argentinos Alejandro Gómez y Juan Palomino. Justamente, el equipo de Bérgamo se puso en ventaja (con gol de Mario Pasalic) y la mantuvo hasta el minuto 89 de juego.

El PSG contó con un crack que un día volvió a brillar como en sus mejores tiempos: Neymar. El brasilero jugó un partidazo y fue el «culpable» de la agónica remontada de su equipo en tiempo de descuento. Sí, el equipo que no tiene carácter dio vuelta el marcador en cinco minutos. El ex Barcelona fue el autor intelectual de los tantos de Marquinhos y Eric Chuopo-Moting.

Mauro Icardi fue titular y Leandro Paredes ingresó en el complemento para el elenco de la capital francesa.

La lección

Además de jugar mejor que el rival, si un equipo tiene intenciones de ganar tiene que hacer un gol en el arco contrario. Todo partido se define por goles, quien más haga se queda con el triunfo.

Atlético de Madrid no hizo ninguna de las dos cosas: no jugó mejor que su rival y prácticamente no pateó al arco. El conjunto de Diego Simeone mostró un planteo mezquino y amarrete, con el que tantas veces tuvo éxito. Obviamente que lo importante es ganar, pero también lo es la manera.

Red Bull Leipzig ganó merecidamente gracias a su planteo inteligente, ordenado y por jugar mejor que su rival. El primer gol fue nuestra de ello: una gran jugada colectiva para que aparezca Dani Olmo con un cabezazo imposible de atajar. En el segundo tiempo Atlético llegó a la igualdad con un penal de João Felix, de lo mejor del «colchonero», que inexplicablemente no fue de la partida desde el inicio del juego.

Atlético de Madrid no mereció el empate, pero el destino jugó a favor de la justicia y los alemanes se quedaron con el partido a pocos minutos para el cierre, gracias al tanto de Tyler Adams. El 2 a 1 quedó con gusto a poco para los germanos, quienes fueron los ganadores, con todas las letras, del partido.

Lo que viene

El martes comenzarán las semifinales con el partido entre Leipzig y PSG. Un día más tarde, Lyon y Bayern Munich se medirán por el otro lugar en la gran final.