Ecuador se acerca a una nueva elección presidencial. El próximo 9 de febrero, en menos de 6 meses, el electorado del país andino acudirá a las urnas para decidir, entre 17 binomios, quién dirigirá los destinos desde el Palacio de Carondelet (en su defecto el 13 de abril, en caso de haber segunda vuelta).
La disputa, probablemente, se centre entre el actual mandatario, Daniel Noboa, y la candidata del correísmo, Luisa González. Pero antes, hagamos una aclaración. Quienes siguen mi columna de internacionales del Noticero sabrán que en más de una ocasión hablamos de Ecuador y, quizás, haga ruido que mencione nuevamente un proceso electoral para votar Jefe de Estado en este país, ya que hubo otro hace un año, entre agosto y octubre de 2023. ¿Entonces? Repasemos.
En febrero de 2021, el banquero Guillermo Lasso derrotó en el ballotage al candidato correista Andrés Arauz, y se convirtió en presidente de Ecuador desde mayo de ese año, al asumir sus funciones. Sin embargo, Lasso no completó su mandato. En mayo de 2023, cuando apenas habían transcurrido dos años de su periodo presidencial y la Asamblea Nacional impulsaba un juicio político por corrupción en su contra, apeló a una figura de la Constitución de 2008 llamada “Muerte cruzada”. Este recurso constitucional permite que el Jefe de Estado, si considera que está siendo obstruida su capacidad de gobernar, pueda disolver la Asamblea Nacional con la condición obligada de que convoque a nuevas elecciones presidenciales para que, quien las gane, complete su mandato (en este caso, los 2 años que le faltaban a Lasso).
Si bien el entonces mandatario podía presentarse, su nivel de impopularidad era tan abrumador que desistió de hacerlo. En agosto de aquel año se realizó la primera vuelta, en la cual Luisa González -en su primer intento electoral- obtuvo un 33,6%, seguida de Daniel Noboa que, con un sorpresivo 23,4%, se metió en la segunda vuelta. Allí, el hijo del empresario bananero Álvaro Noboa finalmente se impuso por un 51,8 por ciento, convirtiéndose en el nuevo presidente por el plazo de dos años. Ahora buscará revalidar el camino iniciado en ese momento, esta vez por un periodo regular de cuatro años de mandato.
El presidente Noboa será, como dijimos, nuevamente candidato. Sin embargo, irá a la boleta con otra compañera de fórmula: María José Pinto. No es irrelevante poner el foco en quién lo acompañará. La actual vicepresidenta, Verónica Abad, mantiene con él un enfrentamiento público y frontal que provocó un cimbronazo político e institucional. La pelea entre Noboa y Abad inició al poco tiempo de asumir, pero recientemente la situación se agravó. La vicepresidenta denunció al jefe de Estado por violencia de género y política y, en respuesta, Noboa la acusó en un comunicado de “traición” y de quererlo “fuera del poder” para sustituirlo en el cargo.
En abril de este año, el Presidente ya tuvo una prueba electoral, concretamente, un referéndum en el que había dos ejes de preguntas. Por un lado, el concerniente a la seguridad, en el cual le fue muy bien, al lograr más del 70 por ciento de apoyo para propuestas como el involucramiento de las Fuerzas Armadas en el combate al narcoterrorismo. Sin embargo, le fue mal en el aspecto económico: la propuesta de flexibilización de la contratación laboral perdió por más del 60%.
Por su parte, el correísmo intentará nuevamente, con Luisa González, volver al Palacio de Carondelet tras los cada vez más lejanos diez años de presidencia de Rafael Correa (2007-2017). Para esta fuerza política, que sufrió la persecución judicial por la cual su líder se encuentra imposibilitado de volver al país, el desafío es poder presentarse ante la sociedad como una propuesta que ofrezca futuro y capacidad para gobernar un país muy distinto al que había cuando Correa se fue en 2017: un país arrasado, no solo por el deterioro económico y social sino por la catástrofe de las bandas criminales narcoterroristas que hicieron y hacen estragos en la seguridad pública del país, cobrándose incontable cantidad de vidas, desde jóvenes humildes hasta candidatos presidenciales pasando por deportistas o alcaldes.
Otro sector trascendente de la oposición ecuatoriana es Pachakutik, brazo político del movimiento indígena ecuatoriano, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). Se oficializó la candidatura de su principal líder, Leónidas Iza quien, si bien es relativamente cercano al correísmo, sabe que las bases indígenas sienten mayormente rechazo por el espacio referenciado en el expresidente, con quien tuvieron fuertes enfrentamientos que aún no cicatrizaron, pese a los torrentes de agua que corrieron bajo el puente ecuatoriano.
En estas elecciones, en Ecuador se ponen en juego principalmente dos cosas. Por el lado del oficialismo, ratificar el rumbo iniciado poco tiempo atrás. Para el correísmo, volver al gobierno e intentar lograr las condiciones para que Correa pueda regresar al país. Hace 15 días, la encuesta Comunicaliza midió la aprobación del Presidente, que está en 55,6 por ciento, un número sólido para disputar comicios presidenciales. Sin embargo, la campaña aún no se inició y muchas cosas pueden ocurrir.