El miedo al futuro es una inquietud bastante presente en todas las personas, pero hoy me quiero centrar específicamente en la adolescencia y en la transición del colegio secundario a la universidad.
Desde que tenemos uso de razón, nuestra rutina por los siguientes años está muy marcada: ir al colegio y tener como única responsabilidad tener un buen nivel académico es nuestra única obligación. A medida que uno va creciendo, se va topando con diferentes experiencias que lo hacen pensar en su futuro pero, por lo general, no le prestamos mucha atención, vivimos en una burbuja aislados del todos los problemas que conlleva la vida adulta. Todas esas dudas y miedos se hacen presentes en el último año de secundaria. Ese año, el cual está marcado por el viaje de egresados a Bariloche y la alegría constante, pero que al mismo tiempo y en el fondo de cada alumno está esa incertidumbre constante que, muchas veces, lleva a las noches de insomnio y al sobre pensamiento.
El temor a una mala elección de carrera universitaria, de decepcionar a tu familia que tiene depositada toda su confianza en vos o de no poder generar nuevos vínculos sociales desencadenan fuertes problemas de ansiedad, estrés o depresión. A esto se le suma la sobreinformación y la comparación constate que instalaron las redes sociales. La manera en que las personas mostramos nuestras vidas de manera distorsionada intentando ocultar nuestros fracasos llevan a una idealización general que, muchas veces, puede causar sentimientos de insuficiencia o una fuerte presión para poder alcanzar ese supuesto estereotipo de vida en poco tiempo.
Los factores económicos comienzan a tener un peso importante y, en ocasiones, se vuelve difícil controlarlo. La primera pregunta que muchos se hacen antes de elegir que estudiar es: ¿me garantiza una buena salida laboral? Esto, además de generar duda, desvía el foco de donde debe estar, es decir, elegir por placer o vocación y no por el dinero, ya que en un futuro puede causar insatisfacción. El tener que comenzar a trabajar para adquirir experiencia o para costear la universidad pueden llevar a un bajón académico notable que surge por la simple razón de no estar acostumbrado. En el colegio, por lo general, los alumnos solo se concentran exclusivamente en los estudios y no en trabajar paralelamente. Esto únicamente se cambia con la experiencia, pero tampoco se puede fingir de que el principio puede ser duro y complicado.
Todos estos problemas son reales, son pensamientos que pasan por la cabeza de los jóvenes todos los días de su vida y deben ser tratados con profesionalismo y seriedad.
Por todas estas cosas, es vital crear una red de contención presente que te escuche y que te invita a hablar libremente sobre vos cuando lo necesites, y si notás que se está yendo de las manos y no sabés a quién recurrir, no dudes en llamar al 0800 222 5462 (línea telefónica que brinda atención y acompañamiento a las personas que requieran asistencia y/o derivación en salud mental), que es gratuita y funciona de lunes a viernes de 8 a 24 horas y los fines de semana de 10 a 22 horas.
Artículo elaborado especialmente para puntocero por Joao Romano Magallanes.