Dentro de la Competencia Internacional del 26° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) se estrenó la esperada «Gatillero» de Cris Tapia Marchiori. La película reúne destreza técnica y una sólida relación entre la acción y la identidad local.
Desde los primeros segundos, nos ubica junto al punto de vista de «Galgo», un hombre impregnado de calle, ágil para el delito y veloz para la huida. En una misma noche le encargan un trabajo que parece sencillo y termina entre duelos y persecuciones por los recovecos de la Isla Maciel.
Técnicamente, se destaca por estar filmada en un plano secuencia lleno de momentos imposibles, coreografías perfectas y movimientos de precisión milimétrica. Dentro de esta forma vistosa y llamativa, la historia se mantiene simple y apoyada en buenas secuencias de acción. Esta simpleza no pierde de vista la identidad local que la enmarca, asume su característica barrial y construye personajes y conflictos importantes y representativos de lo que sería un territorio abandonado por el Estado y plagado de corrupción policial.
«Gatillero» no se reduce a un duelo efectista entre narcos como nos acostumbró la explotación de la «marginalidad» que vemos en el mainstream, por el contrario, aprovecha para dejar establecida una idea comprometida sobre el lugar de los jóvenes, los vecinos y un sistema propio de valores donde las trabajadoras de los comedores son figuras más sagradas que cualquier otra autoridad.