Los porteños no reciclan

Según un estudio hecho por el Centro de Estudios Nuevo Milenio en relación al reciclado en la Ciudad de Buenos Aires, una gran mayoría de los habitantes no realiza el reciclaje de residuos de manera correcta. Exactamente, solo el 22% separa la basura como corresponde de acuerdo a su características.
Este dato es aún mas alarmante si se tiene en cuenta que casi un 80% de los encuestados reconoce la importancia que tiene este tema para el cuidado del medio ambiente. Esto, además, implica incumplir las leyes que obligan al reciclado de basura y su separación en bolsas distintas. Las respuestas al interrogante del por qué no hacen esta tarea son la falta de costumbre (63%) y falta de tiempo o ganas (27%), mientras que un 10% admite desconocer la obligatoriedad de hacerlo.

Escepticismo ecológico

Entre los puntos que la gente señaló como causantes de los problemas para separar los residuos se pueden mencionar insuficiente cantidad de lugares de recogida de los residuos, la falta de espacio en la casa y la dificultad de hacerlo. A esto se le debe sumar la falta de creencia en lo que se hace, ya que no se considera que el esfuerzo que esto requiere vaya a generar una mejora y una diferencia en la vida diaria.
Ante este panorama una startup argentina, Ecollect, respondió a la fata de conciencia mediante el desarrollo de terminales de recupero de envases que otorgan premios por cada envase que reciben como otra forma para que los ciudadanos tengan un beneficio tangible en su tarea de colaborar con el medio ambiente con el reciclado de residuos.
Una de las fundadoras de Ecollect, Victoria Martorell, señaló que «hasta hace poco nadie estaba reconociendo que cuidar el medio ambiente tiene un ‘costo’ e implica un esfuerzo que merece ser remunerado por quienes son los principales generadores de los residuos. Por eso nos asociamos con marcas que quieren dar ese paso e incentivar y premiar a quienes los apoyen en el ejercicio sostenible de sus negocios». Respecto del por qué los porteños tienen esa disociación entre lo que deberían hacer con la basura y lo que realmente hacen, Martorell considera que la gente ve «una ineficiencia en la gestión de los residuos y se ve que muchas veces todos los residuos terminan en el mismo contenedor». Sin embargo, aclara que «en Capital lo que va en el tacho de reciclado se recicla, se lo llevan las cooperativas».

Mejor incentivar que castigar

Por otra parte, Martorell explica que en los edificios «el que lleva la basura hasta las campanas es el encargado, solo hay que tener el doble tacho en la casa y aprender que va en cada tipo de bolsa. Es un esfuerzo, hay que limpiar los sachets de leche, los lácteos». Cabe destacar que otro problema es que no hay «tantos puntos verdes en la ciudad donde llevar los reciclables, entonces no es tan simple, hay que buscar el más cercano».
Finalmente, Martorell considera que «la falta de sanción» ante el incumplimiento de algo obligatorio tampoco ayuda a generar conciencia. «Cuando el castigo no es fácil de aplicar, es cuando entra en juego el incentivo» para que la gente recicle y separe los residuos. Mucha gente responde mejor con un incentivo que con un castigo que no va a llegar nunca». Tal vez con un premio por reciclar los porteños reciclen más de lo que hacen actualmente y, a su vez, cumplan con las normas que así lo establecen. Según Ecollect, el objetivo de esta iniciativa es que el ciudadano que cuide el medio ambiente sea motivado por incentivos económicos y paulatinamente adquiera el hábito de proteger la ciudad y separe los residuos como un hecho habitual.