Más allá del olvido

Michael Keaton ya superó el revival que significó en su carrera codearse con cierto prestigio, medianamente evidenciado en las nominaciones al Oscar (por películas mediocres, hay que decirlo) que le sirvieron para reencausar una carrera enquistada -injustamente- en «Batman» y algunas otras participaciones en películas de Tim Burton. En el medio, Quentin Tarantino, en su afán de rescatista, lo metió en el universo de Elmore Leonard con su Ray Nicolette, el cual interpretó en “Triple traición” (sí, así se llamó “Jackie Brown” en Argentina) y luego también en “Un romance peligroso” de Steven Soderbergh. Mucho tardó en regresar a dirigir una película, y lo hizo con un proyecto deambulante por años en la esfera de los proyectos puestos en pausa por diferentes estudios. Es que contar la historia de un asesino a sueldo, veterano y con un principio raro de Alzheimer no genera una gran atracción en el cine de hoy.

A pesar de las tendencias actuales, el encanto de una narración simple y amarga es indestructible. De entrada, estamos frente a un camino pedregoso, el tiempo es fundamental para el asesino de profesión Knox (Keaton) cuando le informan que los estudios que se realizó arrojaron un resultado peor de lo esperado: solo cuenta con unas últimas semanas de plena lucidez, luego todo irá barranca abajo. Un último trabajo que sale mal y un hijo ausente hace rato, quien aparece con un problema enorme, se van a articular para hacer de la vida de nuestro protagonista un thriller de tiempo límite.

Más allá de las resoluciones del conflicto que une ambas subtramas, Keaton usa los mecanismos del género para pintar a un hombre, sus métodos, intereses y un pasado aparecido repentinamente y destinado a ser cosido por las fuerzas de una finitud acechante. Como en los grandes relatos del cine negro, estos hombres distan mucho de ser impolutos, la redención es un motor impulsivo para remendar un poco de todo el mal causado por ellos. Ese tipo de personaje es Knox, en su caso, todas las facultades que lo llevaron a ser el mejor en lo suyo se ponen de manifiesto para cubrir todos los frentes abiertos, casi como si fuera una sincronía del mal.

Entre otros méritos, Keaton no cae en la tentación de retratar a un veterano capaz de hacer piruetas sin salir lastimado como la trilogía de “Búsqueda implacable” con Liam Neeson o en la de “El justiciero” de Antoine Fuqua, ni tampoco va por el carril de las “John Wick” o sus réplicas. Su película es como una de antes: simple, efectiva en la construcción de su personaje principal, con una narración directa y un final cerrado, sin alentar la posibilidad de secuelas ni nada por el estilo. El desenlace sembrado en el inicio también le anexa un espíritu de clásico.

“Knox Goes Away” de Michael Keaton cuenta con las actuaciones de Michael Keaton, Suzy Nakamura, James Marsden, Al Pacino, Joanna Kulig y Marcia Gay Harden.