Más project que power

Una fórmula fundamental mueve a «Project Power». El rudo Arthur (Jamie Foxx) es un outlander que debe encontrar a su hija, secuestrada por un grupo de traficantes. Ellos están testeando en el mercado una simbólica nueva droga llamada «Power», que da al usuario 5 minutos de algún superpoder (valga la redundancia). El carilindo Frank (Joseph Gordon-Levitt) es un policía cool de New Orleans cuya honestidad lo lleva a traspasar todos los límites necesarios (incluso consumir la droga) con tal de proteger a la gente inocente y buena de su pueblo. A esta dupla sacada de «Fast and Furious» se le suma Robin (Dominique Fischback), una adolescente afroamericana que vende las píldoras en las peligrosas calles de su barrio para recaudar dinero y así ayudar a su madre enferma. Los caminos de los personajes se cruzan en un guion plagado de huecos, hermosa iluminación, charlas en autos y efectos especiales con las que Netflix nos entretendrá por 1 hora y 53 minutos.

Y, aunque aquí podríamos hablar de la trama en profundidad (un tanto estática para ser de acción y un poco absurda para ser dramática), lo cierto es que «Project Power» busca ser una película adolescente con buenas intenciones y, en consecuencia, ha de ser analizada con esos lentes. No obstante, lo grave del film pasa por esas buenas intenciones, ya que su director, Henry Joost, termina por dar un mensaje completamente opuesto al que quiere generar.

En primer lugar, es claro que el Power intenta ser una metáfora de la droga: te hace sentir superpoderoso pero es nociva y difícil de controlar. De tan burdo, termina siendo un eufemismo superliminal que no tiene ninguna importancia real en la trama. Arthur tiene la filosofía de no utilizar la píldora, puesto que (dicho con otras palabras) «los ganadores no usan drogas», y el poder que lleva cada uno en su corazón es más fuerte que cualquier químico. Sorprende entonces que, durante toda la película, los «buenos» se la pasen tomando Power sin mostrar ningún tipo de efecto adverso y que, de hecho, lo momentos de mayor acción (aunque algunos filmados de forma inentendible) se den cuando los personajes la utilizan. Mensaje confuso.

Por otra parte, Robin es una adolescente noble de New Orleans, cuyo interés está muy lejos del colegio, puesto que su anhelo es convertirse en una rapera profesional. Arthur la alienta en su sueño al notar que ella tiene talento, y le dice que su verdadero poder pasa por su creatividad artística y no por las drogas. La película le habla directamente a la audiencia adolescente, pero jamás contempla la posibilidad de que haya gente que no tenga talento y, por lo tanto, termina invisibilizando la frustración y desvalorizando la educación formal… todo detrás del cliché del «cada uno puede ser lo que quiere si realmente lo desea». Mensaje confuso.

En definitiva, «Project Power» es una película que intenta entretener y generar conciencia sobre las drogas y contra los estereotipos -de todos menos de los latinos, que para Netflix solo existen cuando usan su seductor acento en el mundo del narcotráfico- que rompe más de lo que en verdad quería arreglar.

Lo bueno: Jamie Foxx, la iluminación y es entretenida. Lo malo: sus mensajes, la desprolijidad de sus planos de acción y el summum estático y absurdo, con una niña que le cura el empacho a Jamie Foxx.